AVISO: esta reseña contiene SPOILERS de la hija de la diosa de la luna. Xingyin debe proteger a su madre de la Corte Celestial y los recelos de su emperador, que la envía a cumplir unas pruebas que la harán cambiar su vida por completo. Tras el satisfactorio cierre de la primera parte, nuevos peligros acechan a Xingyin y su familia. Deberá recurrir a todos sus aliados para tratar de recuperar a su padre, detener una guerra y lograr la estabilidad para todos los reinos. La historia retoma hilos que quedaran pendientes en el libro anterior, pero se vuelve más orcura y cruda. Las traiciones se suceden y los miedos salen a la luz. Conocemos nuevas localizaciones y retornamos a otras como el mundo de los demonios además del triángulo amoroso esbozado en la primera parte, que tiene ahora resolución. Los escenarios siguen siendo preciosos, creativos y con una convincente mezcla de arquitectura asiática y elementos fantásticos. La estructura narrativa alterna momentos de acción con otros centrados en lo emotivo y la reflexión. Xingyin crece como personaje, debiendo tomar parte en manipulaciones, engaños y mentiras. Si algo se me ha quedado corto es el tiempo dedicado a saltar de un espacio a otro y la relación con el príncipe, que pasa a un segundo plano. La trama es sencilla pero mantiene los pasos de avanzar para conseguir recursos y compañeros, con el riesgo a posibles pérdidas por el camino. El final es consecuente con todo su desarrollo y aunque tiene aspectos agridulces, muestra que en la vida no todo pueden ser victorias. Colibrí. |