Los infortunios de Svoboda

Algunas personas llenan sus bibliotecas de libros; otras dedican su vida a crear organizaciones inmensas.

Cuando Svoboda llegó a la edad de cumplir el servicio militar, el Estado se interesó por primera vez en él. Le proporcionó un arma y se encargó de su bienestar físico, por si, de darse la ocasión, conseguía desarrollar un talento útil para el asesinato. Y acertaron con la inversión: los tontos estuvieron muy solicitados en la guerra que estalló solo dos años más tarde.

Siempre interpretaba las mismas tonadas eslavas, graves y desesperadas como los suspiros de la pobreza.