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Este es el segundo libro de la serie Signos del Zodíaco y me ha encantado tanto como el primero. Los protagonistas, Percy y Cal, se conocen desde que eran adolescentes. Tienen un pasado común por vivir en la misma calle y son enemigos acérrimos. Ambos se encuentran en situaciones difíciles en sus vidas y coinciden al volver Percy a la casa donde vivió con tu tía. El reencuentro entre ambos es divertido y, de alguna forma, entrañable, porque a pesar de la enemistad que han tenido siempre, ambos han cambiado. Percy es un chico que se siente perdido y Cal se ha dado cuenta de lo que ha sentido siempre por Percy, es un chico responsable que se ha hecho cargo de su familia y, aunque es serio, es un pedazo de pan. Cuando están juntos saltan chispas, su relación se convierte poco a poco en algo muy bonito, porque son justo lo que necesita el otro. Esta novela habla de sentimientos escondidos, de reencuentros y de vecinos que llegan a formar parte de la familia. El romance se cuece a fuego lento, especialidad de esta autora y que a mí me encanta, porque sabe crear tensión sexual, pero siempre llena de sentimientos. Me he reído mucho con Percy por lo desastre que es y me he enamorado de Cal por lo que se entrega a los que quiere. Es un libro muy romántico, bonito y tierno, os encantará. |
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