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Crítica de MarioG17


MarioG17
18 November 2021
El amor llega por sorpresa. No elegimos ni controlamos de quién nos enamoramos. ¿O sí? Yo creo que no, aunque quizás sí estemos predispuestos a enamorarnos más de unas personas que de otras. No siento nada (Reservoir Books, 2021, con traducción al castellano de Alba Pagán) es una novela gráfica que habla sobre el amor y otros temas en relación a él como la sexualidad o la masculinidad.
Liv Strömquist (Lund, 1978) habla en este cómic sobre cómo se manifiesta y desarrolla el amor en la actualidad, así como del fin del amor y sus posibles explicaciones. Para eso se sirve de las citas de muchos filósofos como Platón, Byung-Chul Han o Eva Illouz y pone ejemplos divertidos con personajes de la realidad y la ficción.
La época actual, marcada por el tardocapitalismo, según Han, y el individualismo plantea un duro desafío al amor. ¿El amor a primera vista existe? Yo creo que no. Puede haber atracción física, pero no amor en sí tan solo porque tu mirada coincida con la de la otra persona, o con su cuerpo, durante unas milésimas de segundo. Lo que sí es seguro que no existe es una concepción del amor como lo entendían nuestros antepasados. Ni siquiera se asemeja el amor de la actualidad al de finales del siglo XX, que está a la vuelta de la esquina. La autora también habla el amor desde una perspectiva feminista, a través de historias reales y con un humor y una ironía cargados de crítica.
¿Cuántos tipos de sentimientos hay en la actualidad? Podemos decir que alguien nos “gusta”, que tenemos un “rollo”, que “estamos saliendo”, y otras denominaciones que voy a omitir. Nuestra época es la de Tinder y First Dates. Sí, es una generalización fea y barata, pero son dos canales que sirven para encontrar pareja en nuestra sociedad actual, nos guste o no. A mediados del siglo XX ya hubo una revolución de los sentimientos, y una revolución sexual, como canta La Casa Azul.
Hay quienes entienden el amor desde el punto de vista más cientificista (o científico), que entiende el amor como canal para la reproducción de la especie, sin más romanticismo ni misticismo, aunque queramos dárselo. Strömquist narra en este libro la evolución del amor desde el siglo XIX, cuando se valoraba como virilidad que el hombre fuera capaz de desnudar sus sentimientos y comprometerse con una mujer, hasta la actualidad. Ahora parece que la masculinidad se potencia cuando más frío se muestra el hombre, para no parecer débil (!) al hablar de sus sentimientos.
En la actualidad, no es tan guay comprometerse, querer casarse y tener hijos como hace varias décadas. Hay quien considera estas ideas como propias de gente mema. Los hombres obtienen poder, se dice en el cómic, cuando tienen relaciones sexuales en serie y no se comprometen con una sola persona. ¿Esa actitud da poder al hombre? Desgraciadamente, parece que sí. El problema está en la sociedad y en quien cree eso. No decir lo que sentimos ni demostrarlo permite conservar la masculinidad, en el caso de los hombres, para no demostrar fragilidad.
Muchas veces, se cambia de pareja porque se deja de sentir algo por esa persona con la que estabas (com)prometido. Byung-Chul Han dice que el extremo narcisismo de nuestra época ha cambiado muchas cosas, entre ellas el amor. Cuando nos preocupamos más por nosotros mismos, y la sociedad de la igualdad y el autorreconocimiento lo ha logrado un poco, el otro va quedando de lado. Hay que saber dar alteridad al otro para que sea incomparable a los demás, porque así se crea un vínculo.
Antes, y ahora también, se entendía el amor como la forma de llenarnos, de completarnos con la convivencia con otra persona. ¿Ha cambiado? No necesariamente, aunque parece que nos valemos por nosotros mismos para llenarnos. El amor determina nuestras emociones, y nuestro existencialismo se acentúa por esa persona que amamos, sobre todo si nos rechaza. Quedamos atormentados por el amor que no es correspondido, se haya tenido antes o no se haya tenido nunca, de ambas maneras duele. Y de los celos, mejor ni hablamos.
Los griegos hablaban del «átopos», esa persona que no se puede comparar con nadie. Enamorarse, en efecto, es que no exista nadie más. Que no vengan otros, cuando estés sufriendo un mal de amores, a decirte que hay mas peces en el mar, porque no sirve. Es como decir «todo está bien» o «no estés triste» a una persona con depresión.
Strömquist explica los cambios de otras épocas a esta. Ahora puedes elegir pareja y no te la imponen, por ejemplo. Y no tienes que estar con ella para toda la vida. Además, hay múltiples formas de encontrarlas (aplicaciones, páginas web, programas de televisión...). de amor ya no se muere, como cantaba Gianni Bella. Según nos explica el cómic, podemos encontrar pareja de dos formas: por intuición o de forma racional (esta última sería con las webs y apps de contactos). Sobre esta última opción, Strömquist explica muy bien el proceso de algunas personas que van a buscar pareja a programas de televisión y salen descontentas porque no han encontrado lo esperado.
Si vemos al otro como un producto y no nos gusta algo de él (sería un producto con una tara, descambiable en la tienda), lo rechazamos. Sin embargo, ¿por qué no entendemos que todos, nosotros incluidos, estamos llenos de defectos? Erich Fromm, que también aparece en el cómic, decía que amamos mal porque queremos ser amados antes que amar, y debería ser al revés. Fromm sigue la línea de pensamiento que pregonaba Lola Flores. «De tené que elegí, es preferible siempre queré, ¡siempre queré!, que dejarse queré», decía La Faraona. di que sí, Lola, a ti sí te tenían que haber añadido en el cómic.
La persona con mala experiencia en el amor o aquella a la que nunca le tiran los tejos suele sentirse culpable por no gustar a nadie. Sin embargo, no debería, porque el amor depende de muchos factores, y no controlamos casi ninguno (no me gustan las afirmaciones absolutas, por eso digo “casi”).
Debido a la cantidad de veces que la autora cita a los filósofos, podría ser este un ensayo sobre el amor en nuestro tiempo, solo que se hace algo más ligero porque se trata de un cómic. Trata demasiados aspectos filosóficos, y muchas cosas de las que habla el libro están sacadas de otros libros. La autora mezcla su pensamiento con el de los filósofos que cita, exponiéndolo, afirmándolo o rechazándolo, para hablar de qué significa el amor hoy.
Critica la cosificación de la mujer y el poco o nulo amor que algunos hombres demuestran a las mujeres. Sentimientos que también se dan en ellas hacia ellos y que no son más que la prolongación del ego del que dice amar para verse, en realidad, reflejado en la otra persona. Aunque tiene momentos divertidos, a veces también se hace pesado porque no se entiende el rumbo que toma la autora ni por qué lo hace. En definitiva, un ensayo gráfico, podría decir, sobre el amor, aunque con demasiadas citas filosóficas.
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