¡Ey, ey, ey, Taxi!

🚕“¡Ey, ey, ey! Monto en un taxi y le digo al taxista:...” así comienzan las 29 historias de este libro infantil.
Son todas historias/ aventuras de un taxi mágico que cada vez que el protagonista lo coge, aparece un taxista diferente y le hace viajar a mundos insólitos.
Pasaremos por diferentes tipos de vehículos: un taxi-váter, taxi-queso, taxi-barco pirata, taxi- guardería de animales, carruaje…
Tendrán diferentes conductores o protagonistas: una heroína, piratas, una jirafa triste, un gigante minúsculo, un hombre motor, enanos, dragones,...
Viajaremos también por diferentes épocas o escenarios: a la edad media, al mar, a la biblioteca, a un cruce con semáforos que son tomates, a la central del carbón,...
🔚“Y yo vuelvo a casa, a casa contigo”, así es como acaban todas las historias. Me parece increíblemente bonita esta frase porque te hace sentir que después de todo lo vivido, lo más importante es estar en el hogar “contigo” (en el caso del escritor, es con su hijo).
😃Libro muy divertido y original que hace que el pequeño lector vea y viva situaciones inauditas por un mundo de fantasía. Este tipo de libros fortalecen el pensamiento abstracto de los niños porque imaginan y generan ideas para en un futuro pensar más allá y ser más creativos.
🖍️Las ilustraciones son muy originales y acordes a los mundos que crea cada historia.

⚠️Lo que sí, que lo recomendaría para niños a partir de 6 años. Mi hijo tiene tres años y medio pero creo que le queda un poco para acabar de disfrutar estas historias. Cada noche hemos leído una pero volveré a guardarla para disfrutarlo en un par de años más para que lo disfrute aún más.

Estamos poco acostumbrados a la literatura infantil que no sea estrictamente española o anglosajona, y ¡ey, ey! aquí un producto de dos autores bosnio-alemanes que, por atrevido y rompedor, se merece una oportunidad en la biblioteca de nuestros hijos.
Los autores realizan un derroche de imaginación alocada. Esta imaginación que tienen los niños cuando les pides, por ejemplo, que te inventen una máquina y ellos te crean "la máquina que vuelve buenos a todos los malos", "la máquina que cura todas las enfermedades" o "la máquina de juguetes infinitos". El protagonista del libro nunca sabe dónde va a acabar. Cada vez que coge un taxi se trata de una locura aún más grande, como si de Alicia entrando en el país de las maravillas se tratase.
Puede que el taxi esté hecho de queso y lo conduzca un ratón, y se dirija a la luna; puede que en el taxi haya una jirafa triste que te cuenta su historia; puede que el taxi se cruce con un barco pirata y te obligue a vivir una aventura; o puede que el propio taxi sea un jaguar que marcha a toda velocidad. Nunca sabes qué te vas a encontrar al pasar la página, y eso es algo que emociona a los niños.
Por extensión, lo recomiendo para lectores independientes de siete años en adelante, o bien para primeros lectores de seis años o menos, siempre y cuando lo lean con los papis, pues va a ser también una gran experiencia.
La edición de Takatuka en tapa dura es magnífica en formato grande, y las ilustraciones de Spitzer son coloridas y adecuadas, emulando un estilo que se asemeja al de los propios niños al dibujar.
Insisto en que el libro me ha parecido un acercamiento a la forma de inventar, pensar, narrar y dibujar de los propios niños. Un acierto, a juzgar por los comentarios que, cada mañana, me hacía mi hijo después de leerse dos o tres capítulos. Hemos jugado durante días a inventarnos taxis aún más locos que los del libro.
Y, oye, donde opine niño, ¿qué objeción vamos a poner nosotros, los adultos?

Un libro infantil un poco extraño para lo que se acostumbra. Quizá sea el origen del escritor o que debería leer más libros infantiles...
Puede ser algo complicado para un niño de 4 años pero sin duda lo conservaremos para cuando sea más mayor. Ilustraciones muy bonitas y coloridas que acompañan cada historia que va sucediendo en un taxi.
Todos deberíamos dejar volar la imaginación de esta manera en la que ocurren todo tipo de fantasías pero que siempre concluyen con la vuelta a CASA.

¡Gracias a Masa Crítica!