Una maravilla que forma parte de la historia del cómic.Tras unos trazos aparentemente sencillos y una metáfora ya una tanto manida desde Rebelión en la Granja (caracterizar los personajes en animales según su pais, religion o ideas) se encuentra una historieta de una profundidad narrativa en varias capas que es difícil encontrar incluso en novelas de muchas páginas.Trata del holocausto, si, y de una manera muy dura y clara, pero trata de la relación de padre e hijo. del trauma del superviviente y del trauma de los hijos de los supervivientes. Que nunca podrán estar a la altura de lo pasado por sus padres.Autobiográfica, el autor se desnuda emocionalmente y cuenta su difícil relación con su padre, un superviviente de Auschwitz, sin ahorrar detalles, sin esconder defectos, sin dulcificar el trauma por el carácter insoportable y mezquino de ese padre, que a su vez sufre el trauma de lo vivido en su juventud. La pérdida de toda su familia, el fallecimiento de su primer hijo y de todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir. Repite varias veces algo importante: Es imposible si quiera aproximarse a imaginar lo que fue realmente Auschwitz. Por mucho que nos cuenten o describan los hechos, el horror con mayúsculas vivido allí está fuera de nuestra comprensión.La narrativa es osada, va de como un autor de cómics le pide a su padre que le cuente su historia para poder adaptarla a un cómic y de paso reconciliarse y comprender a ese padre con el que nunca se llevó bien. Es literatura dentro de literatura, un comic dentro de otro comic, la historia de un padre y la autobiografía en directo de su hijo que a veces incluso se dirige directamente al lector como si estuviera conversando con nosotros.Lo dicho, una maravilla.
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