El asiento del conductor

Una novela corta, sucinta pero muy original, también una historia diferente y un personaje femenino extravagante, capcioso, absolutamente caótico y además de todo ello retorcido y voluptuoso.

Asistimos a un relato desconcertante, turbador, sorprendente, seco, sí, pero escrito por la maestra de las insinuaciones y de la anticipación y siempre manteniendo la intriga y la tensión.

Nuestra atención no decae en ningun momento, a pesar de saber como acaba. Porque eso ya nos lo indica al principio. Es también una muerte anunciada.

El comentario de John Updique en el prólogo, comparando la obra con una casa encantada en la que “hay puertas falsas que conducen a pasadizos secretos” es totalmente brillante, una acertadísima comparación. Porque en esta novela nada es lo que parece.

Desde el título, ya se nos pone de manifiesto cierta incertidumbre, porque leyendo la síntesis, no sabemos, muy bien a qué se puede referir esto del conductor.

Sin embargo, una vez avanzando en la historia, enseguida nos damos cuenta de lo que pretende. ¡Madre mía!, es la manera que la protagonista tiene de llevar en todo momento las riendas, de dirigir la situación hacia donde ella quiere, a nosotros, los lectores, también nos arrastra.

Ella manda, ella va en el asiento del conductor, sabe muy bien lo que hace, sabe lo que busca y sabe lo que quiere. Y lo que quiere, es que la sigamos, que la acompañemos y la veamos.

Me gusta mucho como escribe Muriel Spark, nos hace cómplices a los lectores y vamos sin dudar y a pesar de las extrañezas y lo raro de las situaciones, junto a la protagonista, hasta su final. Y lo sabemos, pero ahí estamos. Esto es uno de los increíbles aciertos de la autora.

La protagonista es una mujer nórdica, Lise, que decide irse de vacaciones al sur de Europa, para ello sale a comprarse ropa, y es así como, desde el primer momento, se empeña en llamar la atención, y por supuesto, se activa nuestra sorprendente e incrédula mirada.

Y comienzan sus incomprensibles salidas de tono en las tiendas, sigue intentando no pasar desapercibida en ningún momento, la ropa que se compra, es también llamativa y con colores vivos que no combinan. Todo nos va llamando, todo nos deja desconcertados.

Los episodios que va protagonizando en las tiendas, después en el avión, el descaro en su conversación y las miradas, en el hotel, con las personas con las que se relaciona, personajes también extraños, … todo resulta extravagante y nos descoloca.

Lise parece que quiere asegurarse que la recuerden. Lise es un personaje oscuro pero atrayente, con rasgos inquietantes y extraños comportamientos, pero la seguimos. No podemos dejarla, es imposible.

Y es que en todo momento, es una historia que parece jugar con las expectativas que nos hemos hecho, y además lo hace con un poderoso y salvaje sentido del humor.

Un humor corrosivo, mordaz con rasgos del género de novela negra y una prosa muy accesible en una historia que no podemos abandonar.

Una obra para digerir primero y después comentar, pensar, analizar.
Cuando la terminas, nos deja ese sabor agridulce, que nos persigue. al menos es lo que a mí me ha pasado.

¡Qué inesperado final!

La leí hace ya un tiempo pero es imposible olvidarla, ya que aunque sufres leyéndola, son increíbles e inesperados los vaivenes por los que te lleva la protagonista. La novela está llena de sorpresas que Lise, nos irá descubriendo de su propio yo.

Un personaje oscuro, pero también atrayente, un personaje profundo pero también inquietante y que además trata de poner patas arriba todo lo establecido y todas las convenciones sociales.

La pretensión de la escritora, bajo mi punto de vista, es enseñarnos ese lado de la naturaleza humana que se nos oculta y que apenas percibimos.

Increíblemente diferente y genial. Si la inician, sigan, no la dejen.