Agradezco el formato portátil, ligero y gustoso de este libro, porque me ha permitido trasladarlo en mi mochila y disfrutarlo en días de escapada.
El ritmo lento, el olor del agua salada y el sonido de las olas removiendo orillas, en un movimiento infinito, me han acompañado en la lectura de este ensayo que remueve y te mece con su flujo de ideas que van y vienen: mirada activa y sin distracción, enamoramiento, leer en voz alta o leer en silencio, yin y yang, música, diálogo, lecturas, películas, melancolía de los domingos tarde, rumiantes que caminan hacia atrás, jardines y tiempos, poesía, Buñuel, solos de guitarra y nube musical…
Una buena lectura para pensar en estos tiempos de «vita minima» —vida en bajo consumo y casi hibernación—, para abrir los ojos y mirar que la vida sea ancha a la par que larga, sin prisa fijándose en las cosas y en observar el universo escondido en una hoja.