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Crítica de microleTTera


microleTTera
12 September 2023
El salitre ha dejado sobre mi piel una cáscara dura. Olor a mar y escamas. Pura melancolía.

Porque sí, es cierto que “La nostalgia de la Mujer Anfibio”, de Cristina Sánchez-Andrade, huele a mar. Sabe a mar. La novela nos sitúa en Sálvora, una isla gallega, diminuta y “espantadiza”, cuya aparente tranquilidad quedará rota para siempre la madrugada del 2 de enero de 1921, tras el hundimiento del vapor Santa Isabel en la bocana de la ría de Arousa. Las mujeres, eternas protagonistas de esta historia, se lanzarán al mar en busca de vidas que salvar. Y Lucha Amorodio correrá tras el velo blanco que un viento alcahuete le arrebatará. Esa noche, vestida de novia, conocerá a un náufrago inglés que le descubrirá el deseo, el propio y el ajeno, y que dejará en su cuerpo, en su pelo, una huella imborrable.

Esa noche, la vida de los habitantes de Sálvora cambiará, desmemoriándolos con el tiempo y escacharrándoles la capacidad de evocar vivencias pasadas. Y Lucha se convertirá en la Mujer Anfibio.

Mientras los demás viven enfermos de olvido, a Lucha será precisamente el recuerdo lo que la mantendrá viva. Pasarán los años y vivirá una existencia por la que no tiene ningún interés. La que la mueve es la que pudo haber sido y no fue. Se instalará en una nostalgia permanente que le negará la posibilidad de ser feliz. Si existió algún momento en el que hubiera podido serlo, quedó sepultado por la reminiscencia permanente de su náufrago inglés. Vivir por y para el recuerdo. Memoria y olvido se dan la mano, anhelando un amor fugaz que le dio y le robó la vida. Y mientras tanto, trabajando en el mar y en la tierra; en la casa y fuera de ella; instalada y rodeada de apatía y hastío.

La atmósfera creada por Sánchez-Andrade en esta novela envuelve. Es cruda y misteriosa. Hay un realismo duro, naturalista; y también un realismo mágico, nigromante. Hay mucha belleza en su prosa y en su historia. También tristeza. Y recuerdos.

La corteza se resquebraja. Bajo ella, la mujer se mueve. A pesar del tiempo, respira y anhela. Anhela y respira.
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