Canción dulce

Con un inicio impactante donde ya se nos cuenta el final, empieza esta historia. La niñera ha matado a los niños que cuida, y a nosotros ya se nos han puesto los pelos de punta. Cuando solo empezar ya sabemos cómo acabará, lejos de quitarnos las ganas de leer, se hace apremiante saber cómo se ha podido llegar a ese punto.

Y así es como empezamos ahora sí por el inicio, por el momento en que Míriam decide volver a trabajar después de su maternidad, por el momento en que la niñera es perfecta, dulce, amable, cariñosa, ordenada, cuidadosa. Todo va bien, los niños están bien atendidos , la pareja tiene más tiempo, se vuelcan en el trabajo, todos son felices, la niñera también.

Lo interesante será ver cómo se llegó a la situación final y el relato del día a día de esta familia será el que nos irá dando pistas de ello. No habrá lugar para la empatía ni la comprensión, será un relato incómodo, desagradable en algunos momentos. Nos hará reflexionar sobre los peligros de dejar a los niños al cuidado de una persona que realmente no conocemos. Desatará nuestra angustia y nuestros temores y no nos soltará hasta el final. Pero en el libro también encontraremos píldoras sobre la conciliación laboral, sobre el papel de la mujer en la maternidad, crítica social y clasismo.

Una lectura que no puede gustar a todos, pero que está basada en hechos reales y nos cuenta una situación y unos peligros que no podemos obviar. El estilo de la autora es muy personal, que puede o no gustar. Utiliza el presente en toda la novela. de esta manera le da un ritmo y una necesidad de seguir leyendo que hacen que lleguemos al final sin darnos cuenta. Un final sin todas las preguntas contestadas, con lagunas y espacios sin resolver. Pero así es la realidad, no todo se acaba sabiendo, no todo se esclarece. Lo interesante es ver cómo la situación personal y mental de una persona puede llevarla a actuar de esa forma. Así que no nos encontramos ante una novela negra, ni ante un thriller, sinó ante una historia más psicológica, en la que nada se explica, pero el lector como observador se va dando cuenta de la situación.

Lo recomendaría a los lectores que no necesitan empatizar con los personajes para disfrutar de una novela, porque todos nos parecerán antipáticos. Y para lectores que no les importe encontrar finales un poco abiertos y espacios que tendrán que rellenar en su cabeza. Un libro, tanto si gusta como si no, que no deja a nadie indiferente y que durante unos días te tendrá dándole vueltas. Y cuando un libro consigue eso es que es un buen libro.