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Los ingratos es un pequeño viaje a un pueblecito del interior de España, un pueblecito que empieza a vaciarse, donde todos los vecinos que quedan se conocen entre sí y la llegada de la nueva maestra supone un importante acontecimiento. También es un viaje en el tiempo a aquellos momentos en que los niños jugaban en la calle, cuando el teléfono solo se podía usar en casa, se pagaba en pesetas, y en los colegios todavía colgaba la foto de un señor con bigote. Más allá de la nostalgia que desprende la ambientación, se trata de una historia de personajes donde conviven la ingenuidad y los secretos, el cariño y el olvido, el sufrimiento y la superación. Empecé esta lectura expectante, deseando que despertara en mí la misma fascinación que ha causado en otros muchos lectores, y temiendo, por momentos, que solo se quedara en humo. Me equivoqué. Pocas historias me han arrancado tantas lágrimas como Los ingratos. Me ha parecido una historia dulcemente triste por la realidad que encierra, pero también una oda a la entrega y el amor desinteresados. |
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