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Crítica de doshi2


doshi2
19 May 2022
Novela narrada por los dos protagonistas: un niño David con su voz infantil y Emérita, en forma epistolar, nos acercan a la relación tan hermosa que tuvieron.
David es un niño en los años setenta. Su madre maestra itinerante, que se pasa la vida de pueblo en pueblo, con sus maletas y sus hijas, Isa y Vero “las sapas" como él las llama, es una mujer avanzada para la época, fuma, lleva pantalones, igual cose que arregla un enchufe, igual cocina que cuida de un huerto.
El padre, los lleva al nuevo destino, con un Simca 1000, a ritmo de Víctor Jara en la radio. Cada fin de semana viene al pueblo a visitarles y se vuelve a la gran ciudad Madrid, donde trabaja en la Chrysler.
La infancia de David pasa por ir a la era, llegar a casa con las rodillas desolladas, hacer enfadar a sus hermanas y hacer amigos.
Pero en algún momento, David nota que su madre, “mamá "en casa, “señorita Mercedes" en la escuela ,empieza a perder las ganas de jugar con él, coincidiendo con las cada vez más espaciadas visitas de su padre y la llegada de postales de sitios alejados del pueblo.
Hasta que el padre deja de venir.
David echa de menos la figura paterna, y su madre decide buscar una persona que les ayude. Ahí llega Emérita., una mujerona rural, muda que no tonta, a la que le pica la barbilla cuando da besos, la que lo da todo por la familia, aunque no va incluido en el sueldo, el amor que profesa a su niño "Churrete", el niño David, en sustitución del hijo perdido, como queriendo compensar el sentimiento de culpabilidad que no se le quita de la piel.
Emérita "Eme “se convertirá en la segunda madre de David o, casi, mejor dicho, la primera madre. de la mano de Emérita conocerá el ultramarinos, conocerá el darlo todo sin esperar nada. Tendrán sus secretos como esconder a la madre el hecho de que su hijo se cague en los pantalones.
Él le enseñara a escribir, haciéndole dictados, ella no ha estudiado y quiere aprender a escribir.
David pasará el tránsito de la infancia a la adolescencia, siempre protegido de Emérita. le da vergüenza que la acompañe siempre, aunque sea a distancia, cuando va con sus amigos. Cosas de los adolescentes!!
Cuando finaliza el curso, se despiden de Emérita, prometiendo escribir a menudo, hasta que se van espaciando las cartas y pasando los años; en el que no pasa un solo día sin que Emérita no se acuerde de su Currete.
Hasta que David ya mayor, siente que ha sido muy ingrato con la que fue la persona más importante de su vida y regresa al pueblo, buscando a Emérita, pero llega demasiado tarde.

Esta novela la he disfrutado muchísimo. Esa prosa cercana, que emociona, sin grandes florituras pero tan bella en su sencillez, con las palabras exactas hechas a medida para meternos en la piel de David.
Y además todos mis recuerdos pidiendo a gritos salir de mi cabeza . Yo una niña de trece años, en el año 1973, venida de Francia, fui adoptada por unos tíos sin hijos, en un pueblo de Extremadura. Allí empezó mi adolescencia. Mis tíos Petra y Antonio estaban bien considerados, porque tenían una tienda de ultramarinos. Ese olor a jabón de sosa ,casero; ese olor a bacalao de salazón; ese olor a queso fresco de cabrá; esa libreta de anillas donde cabían los nombres de casi todo el pueblo ,a los que mi tía fiaba, hasta que cobraban el jornal; ese olor a vela encendida en la trastienda, delante de la hornacina de la Virgen de Fátima, patrona de San Vicente de Alcántara ,mezclado con el olor a brasero de la camilla redonda con las faldas y el tapete de ganchillo, donde yo hacia los deberes ante la vigilancia de mi tío. Esa etapa de mi vida tan desconcertante, siempre controlada por unos tíos temerosos de la vida , de Dios, muy estrictos ; sin previos conocimientos de lo que es tener un hijo, ni como sobrellevar esta etapa tan difícil; donde no había almendros, pero había alcornoques y olivos, en la linde del pueblo, que si te atrevías sota pena de castigo, a recorrer un kilómetro había una charca apetecible pero prohibida.
A las afueras del pueblo, en la colina, se erguía majestuosa la preciosa ermita de la Virgen de Fátima ,a escondidas claro, subíamos a merendar, alejados de los ojos guardianes de los ancianos del pueblo.
Había toque de queda y era indiscutible. Tanto en invierno como en verano, el toque de queda era al atardecer, justo ese momento tan hermoso en que nos quedábamos embelesados y teníamos que correr para llegar a tiempo de evitar un castigo mayor, no salir de casa en días festivos.
Allí hice mis primeras amistades valederas. Aún me carteo con mi querida amiga Maru.
Sería ingrata por mi parte no reconocer, que mis tíos ayudaron mucho a mi educación, en un mundo que para mí era tan diferente de la ciudad francesa y moderna de la que yo venía. Pero yo tenía tanta curiosidad, sentía que aquí en el pueblo, todo era tan sencillo, tan cercano, tan amable.
Me quisieron como a una hija y me educaron con los dictados de sus corazones. al fin y al cabo, fueron mis segundos padres durante cuatro años. Me enseñaron las bases de una educación respetuosa con las personas, con diferentes estatus, con diferentes modos de vida, sin menospreciar su labor, sobre todo la importancia de la gratitud.
”-Hija, da siempre las gracias”-me decía mi tía.
Mantuvimos durante toda mi vida correspondencia. Pero la vida siguió, me casé, tuve mis hijos, y San Vicente estaba tan lejos en la distancia, que no pude volver hasta 25 años después en que pude darles las gracias por todo lo que me dieron con el corazón.
Que gratificante es ser agradecido con las personas que han sido importantes en tu vida.!!.
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