La llama de Focea

La llama de Focea viene siendo la treceava entrega de las aventuras del subteniente Rubén Bevilacqua con la brigada Virginia Chamorro. La pareja profesional se aviene perfectamente y trabajan en una perfecta armonía y eficacia. Bevilacqua, alias Vila se ha ganado una excelente reputación y lo llaman de distintos puntos del país para resolver casos peliagudos que necesitan mucho tacto y discreción.

Una tendencia nueva en el escritor para insertar términos sabiondos en los títulos; después de El mal de Corcira, tenemos La llama de Focea. al final de la novela él nos dará la clave : Focea fue una ciudad de la Grecia asiática, en lo que hoy es Turquía y los foceos fueron grandes navegantes que fundaron colonias en Ampurias y de ellos vienen, en parte, los catalanes, gentes alérgicas a la servidumbre.

En este tomo el suspenso lo da el asesinato de una chica joven durante su Camino de Santiago de Compostela que la chica quiso hacer sola. El padre es un personaje importante en el ámbito de Barcelona, un tipo con perfil turbio que empezó muy abajo y se metió en política donde hizo fortuna. Es partidario de los independentistas catalanes a los que ha facilitado dinero para armar los disturbios; por otro lado lo están investigando por lavado de dinero con oligarcas rusos.

Las diversas policías lo están investigando cuando surge el brutal asesinato de la hija única del personaje.

Es interesante seguir el paso a paso de la investigación y el modus operandi del equipo de Vila, todos muy capaces y rodados a los peores escenarios.

Por otro lado, el retorno de Vila a Barcelona lo hará revivir su fracaso matrimonial y su amor pasajero con Ana. La historia ya había figurado en unos de los tomos anteriores por lo que no me tomó por sorpresa. El autor es muy recatado en el perfil psicológico de sus personajes y poco sabremos de su ex mujer, o de Ana, incluso de los otros suculentos personajes de la profesión como la brigada Chamorro, o de Inés Salgado, por ejemplo.

Debo decir que este tomo logró irritarme por momentos con dos temas : encontré que Bevilaqua se pone demasiado sentencioso y moralista; aunque tenga sólo cosas sensatas y acertadas que decir, pero taaaaaanta digresión me produjo roncha. Otro detalle que me saturó, es la permanente referencia al grado de los uniformados (y son numerosos) que participan en el relato.

Un tomo que me resultó pesado a la lectura aunque el paso a paso del caso policial es interesante y está bien perfilado. La escritura de Lorenzo Silva sigue siendo de gran calidad.


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