Tenemos que hablar de Kevin

Tenemos que hablar de Kevin

"Después bronearíamos acerca de lo mucho que había aguantado y de cómo había suplicado alivio cuando ya no podía recibirlo, pero desde el mismo instante de su nacimiento asocié a Kevin con mis propias limitaciones: no sólo con el sufrimiento, sino también con la derrota"

Me flipan las novelas que abordan las relaciones maternofiliares de una forma distinta, intentando abordar toda su complejidad, desmontando esa idealización imperante en torno a la maternidad.

Y luego está Tenemos que hablar de Kevin que es otro nivel.

Porque este libro es una patada en los morros a la maternidad occidental. Aquí no hay instinto maternal. No hay amor filial. No hay vínculo, si acaso, un duelo a destajo, un desafío, un pulso entre madre e hijo.

Porque ella, que lo tiene todo: tiene amor, tiene dinero, una carrera profesional, realización personal, ella se siente presionada a tener un hijo. Porque para una mujer una vida sin maternidad es una vida vacía, no?

Pues no. Porque el calvario de Eva, nuestra heroica protagonista, comienza desde poco antes de ser madre. Un parto atroz (con violencia obstétrica incluida). Un bebé irritable. Un marido ausente.

La maternidad pesa como una losa sobre Eva, que, como en la mayoría del mundo, se ocupa de los cuidados de Kevin. Hace un esfuerzo sobrehumano por querer a su hijo, pero ese vínculo nunca llega.

Es más, entre ellos se establece una rivalidad brutal. Kevin desafía a Eva constantemente, llevándola al límite.

Es Kevin así de perverso porque siente el rechazo de su madre desde el nacimiento? O es simplemente un manipulador compulsivo, un psicópata incapaz de sentir nada hacia el mundo que le rodea?

Tendréis que leerlo para adivinarlo porque, amigas, este libro no os dejará indiferentes.