La hija de una superviviente de Nagasaki descubre a su hija justo antes de morir un secreto que guarda desde el día en que se lanzó la bomba atómica. A partir de esa primera capa de misterio, se van desplegando, como un biombo, nuevas historias de vida atravesadas por diversos desastres en Nagasaki y por herencias vitales que atraviesan varias generaciones. Lejos de ser una trama trepidante, leemos a personajes maduros que arrastran un denso camino de superación y secreto, y relatan los grandes acontecimientos de sus vidas desde la vejez. Sus relatos aportan profundidad al caleidoscopio de historia familiar que vamos contemplando. Al tiempo que conocemos su historia, vamos comprendiendo y amando a los personajes principales de una generación marcada por el dolor de la guerra, el rechazo al diferente y el honor familiar; pero también por la búsqueda de la felicidad y la determinación por salir adelante. Aki Shimazaki construye personajes resilientes y bondadosos, que son hermosos a pesar de pasar contenidos la mayor parte de sus vidas. Las flores y otros elementos de la naturaleza se cruzan en el camino de los protagonistas, recordando lo inevitable e invisible de los lazos afectivos. Las nuevas generaciones, si se mantienen a la escucha, podrán comprender y abrazar el legado sobre el que transcurren sus vidas. |