Respiramos a la par y nos dejamos llevar por la incercia del giro de la noria que sube y baja, una y otra vez, como una metáfora perfecta de lo que pasa entre nosotros; a veces tocando el suelo, otras, el cielo. Pero siempre unidos.
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Respiramos a la par y nos dejamos llevar por la incercia del giro de la noria que sube y baja, una y otra vez, como una metáfora perfecta de lo que pasa entre nosotros; a veces tocando el suelo, otras, el cielo. Pero siempre unidos.
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A veces el arte es tan portentoso que se propaga con el mismo fuego que se crea.
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-Yo estaré donde tú estés, cariño. Aquí, en Nueva York o en la luna. Me voy o me quedo si tú lo haces. No voy a desaparecer nunca más.
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¿Quieres contar estrellas conmigo, Joel?
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Porque si voy a amar a Mandy he de mostrarle todo lo que soy, sin secretos. Sin restricciones. Y sin miedo.
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A veces el camino que escoges no es el que deseas, sino el que debes. Aunque eso te parta en dos por dentro y destruya tus ilusiones.
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-Yo sé por qué te di ese beso, Joel, y es porque te quiero tanto que me aprieta. Me pellizca aquí -me toco el pecho- y te aseguro que he intentado no quererte. He tenido siete años para dejar de hacerlo, pero me bastó un segundo para saber que nunca lo haré. ¡Y no es justo!
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Ojalá pudiera chasquear los dedos y que toda esta congoja desapareciera y borrase al chico de ojos tristes de mi pensamiento para siempre.
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Dejé de llorar hace tiempo, cuando entendí que debía pasar página, que esto no era más que un tormento sin sentido que me estaba imponiendo.
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¿Eso que suena estallando contra el suelo es mi corazón? Sí, debe serlo. Porque no lo siento en el pecho.
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¿Qué medida tomó el profesor Snape para proteger la Piedra Filosofal?