 |
Tenía muchas ganas de que me encantara este libro, pero al final ha pasado sin pena ni gloria. Fue un regalo de una persona amante de la lectura que esperaba que disfrutara del libro como lo hizo ella. Me lo regaló en 2009 y hasta hace un par de meses no me puse con él. La portada me parece preciosa, eso sí, y el hecho de llevar el marcapáginas integrado es un plus en estos días. La premisa del libro auguraba una lectura placentera ya que incorporaba muchos elementos que me gustan: ambientación gótica, amor por la literatura dentro del propio libro, casas encantadas en Inglaterra… Pero, aunque las opiniones que leí de él lo ponían por las nubes, no consiguió engancharme. Quizá mis expectativas eran muy elevadas y por eso mismo el libro terminó decepcionándome un poco. La autora, Diane Setterfield, sí que logra plasmar el amor por la literatura de sus dos protagonistas: Margaret Lea, que ha crecido en una librería y se siente más cómoda rodeada de libros que de personas; y Vida Winter, famosa novelista que contrata a Margaret para que escriba su biografía real, ya que nadie parece conocer la verdadera y misteriosa historia de su vida. La influencia de los clásicos británicos, como pueden ser las hermanas Brontë, es obvia en Setterfield así como la pasión que siente por la literatura. La dinámica entre las dos protagonistas es interesante y la novela transcurre a caballo entre el presente y el pasado, con los capítulos que cuentan los esfuerzos de Margaret por desentrañar la verdad y lo que tratan la historia familiar de la señora Winter. A pesar de ello, la narrativa se me ha hecho tediosa por momentos y el resto de personajes me resultaron algo planos, con poco desarrollo. ¿He leído cosas peores? Por supuesto. ¿Puede que las expectativas me arruinaran la lectura? No negaré esa posibilidad. Sí que diré que la redacción está muy cuidada, al igual que la traducción de Matuca Fernández de Villavicencio pero que, aún así, he leído cosas bastante peor escritas que me han atrapado más. Todos sabemos que para gustos, colores, así que esta es mi humilde reseña de El cuento número 13. |
>
