El cuento número trece de Diane Setterfield
Era un hombre hecho para la lluvia y los pasatiempos de interior.
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Calificación promedio: 5 (sobre 105 calificaciones)
/Era uno de los regresos más esperados, para el escritor Juan Gómez-Jurado y los lectores, que como él, disfrutaron con El cuento número 13. Esta semana, Diane Setterfield es la protagonista de esta sección. Juan Gómez-Jurado se ha comprado este libro porque? «Es de la autora del gran éxito editorial El cuento número 13». «Hay muchos ecos de Robert Louis Stevenson». «Me llama mucho la atención ese sabor clásico de los relatos de Diane Setterfield». Sinopsis de Érase una vez la taberna Swan, de Diane Setterfield En una oscura y brumosa noche, en el pequeño pueblo inglés de Radcot, los lugareños se reúnen en la taberna Swan para compartir un trago e historias llenas de sabiduría popular. La taberna es famosa por reunir a los mejores narradores de cuentos populares, pero esa noche la tertulia nocturna se ve interrumpida por la llegada de un hombre misterioso empapado en sangre que carga en brazos a una niña inconsciente. Antes de que el hombre pueda emitir explicación alguna, cae derrumbado. Mientras tanto, río arriba, dos familias buscan desesperadamente a sus hijas, Alice Armstrong, desaparecida desde hace veinticuatro horas tras el suicidio de su madre, y Amelia Vaughan, desaparecida dos años atrás sin dejar rastro alguno.
El cuento número trece de Diane Setterfield
Era un hombre hecho para la lluvia y los pasatiempos de interior.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
La gente desaparece cuando muere. La voz, la risa, el calor de su aliento, la carne y finalmente los huesos. Todo recuerdo vivo de ella termina.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros. Se enredan en nuestros brazos como tela de araña y en cuanto estamos tan embelesados que no podemos movernos, nos perforan la piel, se infiltran en la sangre, adormecen el pensamiento. Y ya dentro de nosotros ejercen su magia.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Todo el mundo tiene una historia. Es como la familia. Quizá no la conozca, quizá la haya perdido, pero así y todo existe. Puede alejarse de ella o darle la espalda, pero no puede decir que no la tiene. Lo mismo sucede con las historias.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
¿Y mis sentimientos? Vergüenza, pues había mentido. Naturalmente que amaba los libros más que a las personas. Naturalmente que Jane Eyre tenía más valor para mí que el desconocido que ponía en marcha la palanca.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
¿Qué auxilio, qué consuelo brinda la Verdad en comparación con un relato? ¿Qué tiene de bueno la Verdad a medianoche, en la oscuridad, cuando el viento ruge como un oso en la chimenea? ¿Cuándo los relampagos proyectan sombras en la pared del dormitorio y la lluvia repique Tea en la ventana con sus largas uñas? Nada. Cuando el miedo y el frío hacen de ti una estatua en tu propia cama, no ansíes que la Verdad pura y dura acuda en tu auxilio. Lo que necesitas es el mullido consuelo de un relato. La protección balsámica, adormecedora, de una mentira.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Yo vivía entre sombras, me había hecho amiga de mi dolor.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Tú estás viva; pero estar viva no es lo mismo que vivir.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Se podía escuchar el poder de su cerebro en su voz, que era queda pero rauda, con facilidad para encontrar las palabras justas para la persona justa en el momento adecuado. Su inteligencia se advertía en los ojos: castaños y muy brillantes, como los de un pájaro, observadores, penetrantes, coronados por unas cejas fuertes y cuidadas.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros.
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