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Kate acaba de perder a la persona más importante para ella, su madre, una amiga y su confidente. Se siente perdida, no sabe quién es y hacia dónde va. Además de estar muy enfadada por la enfermedad que se la arrebató de su lado. Carol, la madre de Kate, estuvo en su juventud en Positano y siempre hablaba a su hija de ese lugar. Antes de la enfermedad habían programado este viaje entre madre e hija. Así que Kate decide hacer el viaje sola, para poder encontrarse, para despedirse de su madre y estar en el mismo lugar que su madre tenía tan buen recuerdo. Lo que Kate no espera al estar allí es encontrar gente tan encantadora en el hotel, e incluso Adam, un cliente, con el que termina siendo muy cercana. Pero lo que no esperaba era encontrarla a ella. Una historia que habla sobre el dolor y el vacío que nos pueden dejar nuestros seres queridos, que no es fácil superarlo y que cada uno lleva su ritmo y lo hace a su manera, que no hay unas mejores que otras. Un viaje para Kate que va a encontrar un gran secreto de su madre, que nunca supo, que nunca le contó y eso también le hará ver las cosas de diferente forma. Porque es cierto que una mujer, aunque sea madre, no tiene que dejar de ser mujer. Nunca debemos perdernos a nosotras mismas. Una oda al amor de una hija a su madre. En mi caso me ha costado mucho empatizar con la protagonista, se le notaba que su madre era muy importante para ella, pero no he podido sentir ese dolor y eso me dejó un poco fría, pero esto es algo personal. Y el libro tiene algo que me ha gustado, que como lector puedes sospechar, algo que le ha dado a la novela cierto plus. |
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