Un verano italiano

Cuando me llegó la nota de prensa de este libro, hubo dos cosas que me llamaron la atención. La primera, la ambientación, y es que yo todo libro que se ambienta en Italia necesito leerlo. Pero es que, además, Positano es uno de los lugares que me muero por conocer de ese país, y leer un libro ambientado allí, recorrer sus lugares, conocer qué visitar, me ha encantado. Y tengo claro que si en algún momento tengo la oportunidad de viajar hasta Amalfi, volveré a leer este libro para visitar cada uno de los lugares que menciona, porque son mágicos. La segunda cosa que me llamó la atención fue la historia en sí. Tenía claro que lo leería de todas formas solo por la primera, pero me gusta sentirme identificada con las historias, aunque duela, y sabía que con esta lo haría y mucho. Y por eso he podido entender a Katy durante el 90% de la historia, porque sí que ha habido una cosa que no he entendido y que me ha enfadado mucho, es algo con lo que no puedo, en ningún libro, y me ha parecido muy injusto por su parte. Pero en lo demás, la he podido entender perfectamente. Y soy consciente de que no es un libro que todo el mundo pueda leer, porque quien haya vivido una situación como ella es posible que no esté preparado, a no ser que sea tan masoca como yo y le guste tanto emocionarse y sufrir como a mí. Pero si no eres ese tipo de persona y has sufrido una pérdida muy dolorosa recientemente, no es tu momento para leerlo. A no ser que creas que puede ayudarte a sanar, como lo hace Katy a lo largo de la historia.

Hay otra cosa de la que también soy consciente, y aunque a mí me ha gustado porque lo he entendido y sé que alguien se siente así cuando pasa por lo mismo que ella, sé que para otras personas puede resultar, quizá, algo pesado, o repetitivo. Porque este libro va del duelo, de superar la pérdida, de lo que se siente cuando te quedas sin esa parte fundamental de tu vida, sin ese pilar que te sostiene. Y el libro se centra muchísimo en esos sentimientos, y se repiten una y otra vez, y, como digo, puede que para alguien sea quizá repetir demasiado lo mismo. En mi caso ya os digo que no lo he sentido así, porque es algo que he vivido y sé que es tal cual. Pero bueno, quería avisaros también, por si acaso. Lo que sí os puedo decir es que está escrito de una manera sencilla pero muy bonita, con muchísimo sentimiento. Y que aunque es lo primero que leo de la autora, no será lo último, eso seguro.

Nos encontramos con un libro de realismo mágico, no diría quizá que es romántico, aunque tiene su toque, pero de lo que va realmente es de afrontar que una persona ya no está, cuando te topas con ella de repente, antes de que tú nacieras. Es raro sí, pero maravilloso a la vez. ¿Quién no querría vivir algo así? ¿Reencontrarse con la persona que has perdido, volver a conectar, a sentirla, a poder abrazarla? Claro que, en este caso, la Carol que nos encontramos tiene 30 años y no es como la madre que Katy conoce, pero de eso va todo también, de conocer a la mujer que fue antes de tenerla a ella, de ser consciente de sus sueños, de a qué tuvo que renunciar por formar una familia, de que antes que madre, era mujer. Que antes de esposa, fue una mujer sin ataduras. Que es algo que a menudo se nos olvida, ¿verdad? Y Katy se va a sentir perdida, no solo por todo lo que está viviendo, sino por darse cuenta de que su madre guardaba secretos que ella nunca conoció, y eso puede hacer que la vea de una manera distinta. Menos perfecta, pero quizá más real.

En resumen, 'Un verano italiano' nos presenta a Katy, una chica que ha perdido lo más valioso de su vida, a su madre, y se siente completamente perdida. Ya no sabe qué quiere en su vida, ni siquiera reconoce a su marido, no es capaz de verlo como lo veía antes. Así que decide hacer el viaje que ambas iban a hacer juntas y viajar a Positano, un lugar mágico que su madre conoció antes de conocer al padre de Katy y formar una familia. Una vez allí, la costa de Amalfi la irá sanando poco a poco, porque se sentirá más cerca de Carol, tan cerca que volverá a tenerla enfrente, con 30 años, viva y sana, y Katy aprovechará la oportunidad para recuperarla. Es una historia de realismo mágico que nos habla de cómo superar una pérdida, de cómo volver a encontrar el camino a casa, de cómo volver a ser nosotros mismos tras sufrir algo tan doloroso, tras sentirnos tan perdidos, solos, abandonados. de cómo la vida puede ser injusta, pero no nos queda otra que vivirla. Conoceremos a Katy pero también a Carol, su madre, en esa época joven y loca, sin ataduras, y más adelante, a lo largo de los años junto a Katy. Y será imposible no entender el dolor de su pérdida, y no encariñarnos con ambas, sobre todo tras descubrir que Carol no era tan perfecta como su hija la veía. Os lo recomiendo si os gustan las historias familiares, de madre e hija, de amor en todas sus facetas, de superar el duelo, de afrontar el miedo, de recomponerse y sanar.
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En esta refrescante y corta novela centrada en Positano, la autora nos introduce en el viaje personal de una protagonista muy perdida. Ante la muerte de su madre y sin saber lo que hacer, Katy decide hacer el viaje que planearon antes de su muerte para manter esa conexión con ella. Lo que no esperaba era tener que encontrarse a sí misma.

Narrado de forma amena y entretenida, el libro nos regala un paseo por los mejores lugares de Positano de la mano de Katy. Y si bien podrían ser unas vacaciones normales, lo que nos queda es el conocer lo que Carol, su madre, dejó atrás. Y es que Katy vive toda su vida según los consejos de su madre, afectando en cosas tan importantes como su matrimonio y sin cuestionarse muchas veces si es lo que ella desea. Reconozco que en muchos momentos tanta loa a la santa Carol llegaba a cansarme, ya que era la madre, esposa, trabajadora y amiga perfecta. Sin embargo, conocer a la Carol más terrenal e imperfecta tiene un efecto poderoso en la protagonista y en la lectura, mostrando que las personas maduran y evolucionan con el tiempo. Pese a ello, Katy me ha parecido un personaje muy blando, que se deja arrastrar por aquello que su madre considera y que no llega a ser adulta del todo hasta que esta desaparece de su lado. Y me falta ver más de esa Katy autónoma e independiente tras su vuelta a casa, para ver cómo confronta los espacios antes compartidos.

Con todo, las descripciones de los lugares te transportan a Italia y te regala esa sensación de verano y de algo efímero y especial.

Colibrí.

Kate acaba de perder a la persona más importante para ella, su madre, una amiga y su confidente. Se siente perdida, no sabe quién es y hacia dónde va. Además de estar muy enfadada por la enfermedad que se la arrebató de su lado.



Carol, la madre de Kate, estuvo en su juventud en Positano y siempre hablaba a su hija de ese lugar. Antes de la enfermedad habían programado este viaje entre madre e hija.



Así que Kate decide hacer el viaje sola, para poder encontrarse, para despedirse de su madre y estar en el mismo lugar que su madre tenía tan buen recuerdo.



Lo que Kate no espera al estar allí es encontrar gente tan encantadora en el hotel, e incluso Adam, un cliente, con el que termina siendo muy cercana. Pero lo que no esperaba era encontrarla a ella.



Una historia que habla sobre el dolor y el vacío que nos pueden dejar nuestros seres queridos, que no es fácil superarlo y que cada uno lleva su ritmo y lo hace a su manera, que no hay unas mejores que otras.



Un viaje para Kate que va a encontrar un gran secreto de su madre, que nunca supo, que nunca le contó y eso también le hará ver las cosas de diferente forma.



Porque es cierto que una mujer, aunque sea madre, no tiene que dejar de ser mujer. Nunca debemos perdernos a nosotras mismas.



Una oda al amor de una hija a su madre.



En mi caso me ha costado mucho empatizar con la protagonista, se le notaba que su madre era muy importante para ella, pero no he podido sentir ese dolor y eso me dejó un poco fría, pero esto es algo personal.



Y el libro tiene algo que me ha gustado, que como lector puedes sospechar, algo que le ha dado a la novela cierto plus.

Un verano italiano es un libro que me ha sorprendido pero no me ha enamorado. Me imaginaba que me iba a encontrar una historia de amor, un romance en Italia, pero nada más lejos de la realidad. Sí que se nos habla del amor en varias facetas, pero creo que este libro está más dirigido a la aceptación de la pérdida y a encontrarse a uno mismo en el proceso. No digo que eso sea algo malo ni mucho menos, sino que no es lo que esperaba al ver cómo está catalogado el libro en la editorial.

Katy acaba de perder a su madre, que además era para ella su mejor amiga, su hermana, su compañera, su todo. El mundo de Katy cambia de un día para otro y ella se siente completamente perdida y no sabe cómo encauzar su vida. Antes de que su madre cambiase iban a ir de viaje a Italia, así que en un momento dado decide ir sola y visitar ese país que enamoró a su madre cuando era joven.

Estando en Positano se encuentra con Carol, una chica que no sabe cómo ni por qué es su madre hace 30 años, justo como le contó que había ido al país en esos años, y aunque al principio se pueda pensar que debe de ser el viaje y que realmente eso no está pasando, es la realidad, ha viajado al pasado y se ha reencontrado con su madre.

Como veis es un libro que nos habla de la pérdida y del duelo y aunque en la trama hay una pequeñísima historia de "amor" a mí no me ha convencido, sobre todo por la actual situación que tiene la protagonista y que no voy a desvelar porque en la sinopsis no sale y seguramente haya alguien que se lo quiera leer o se lo esté leyendo.

En cuanto al realismo mágico, no es algo que me desagrade en exceso, pero en esta ocasión no me ha terminado de convencer, me ha dado la sensación de que era todo demasiado dramático sobre todo en lo concerniente a la protagonista. Entiendo su pérdida y entiendo todo el duelo por el que pasa, pero a veces actuaba de manera demasiado infantil y eso pues no me ha gustado. En otros momentos de la historia sí que me ha gustado.

Pero para mí y lo mejor que se puede encontrar dentro de este libro es su maravillosa ambientación en Positano y Amalfi. E incluso saber que el hotel y las personas que salen en la trama realmente existen ha sido algo maravilloso y que me ha gustado mucho. Obviamente la autora te deja con muchas ganas de visitar el país.
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Si hay un destino que me tiente las papilas gustativas junto al resto de mis sentidos es definitivamente Italia.

Este libro lleva una gigantesca etiqueta de lectura de verano. Y aunque es más lacrimógeno de lo que me hubiera gustado, lleva el drama con un peculiar estilo que lo hace más llevadero. Parece que te esté contando una historia personal e íntima, aunque sea vívida en todos los sentidos.

Empieza con un duelo por la madre fallecida de la protagonista. Es duro, es realista, pero te traslada adelante sobre la esperanza de viajar a Positano, en la costa de Amalfi, donde brilla un sol optimista y la comida despierta cada poro de tu ser. Es la sensación que más me ha transmitido la lectura, un despertar a la vida tras un periodo de sacrificio y pesar profundo.

Puedes paladear la miríada de sabores italianos, el placer de hospedarte en un hotelito con encanto cuya terraza te permite regodearte en un paisaje paradisíaco. Disfrutas de excursiones, del mar resplandeciente, te sientes rodeada por la brisa y el acento italiano y la amabilidad de los lugareños con otro ritmo vital.

En el meollo de la novela reside una experiencia inusual y mágica que Katy vive cuando más perdida está. Junto a ella, aceptas este milagro que permite evolucionar al personaje, reflexionar sobre su pasado y su relación con su madre, pero también con su propia identidad y maduración vital. El texto está constantemente hilado con recuerdos y asociaciones. Sin embargo, nunca pierde la inmediatez, el contacto sensorial con Positano, la intemperie bajo un sol energizante y, sobre todo, el impacto de la comida que es omnipresente, símbolo de vida.

Me ha gustado muchísimo otro nuevo giro del argumento que proporciona la resolución al conflicto de Katy sobre su madre y sobre sí misma. Ha sido interesante y cautivador. Preciosa historia vitalista.
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