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¡Viva Estocolmo! Hacia mucho que un libro no me enganchaba así, que no conseguía atraparme de esta manera. Y qué crush más fuerte que me ha dado con el protagonista, Eric. Nadie muere en Wellington ya me salvó de caer en bloqueo lector durante la cuarentena, pero lo de Maldito sindrome de Estocolmo ya ha sido pura adicción. 48 horas, ni un minuto más. Y escribo esta reseña con el segundo ya en marcha. Es que no puedo parar de leer y encima con este final tan arrollador, como la historia de Ana y Eric, necesito saber ya cómo continúa. Esta autora se va a colar entre mis preferentes. Y es que un libro que empiece citando una canción de Coldplay tenía que gustarme si o si. Muy a la altura de New adult similares como No eres mi tipo o Cariño, cuanto te odio. Súper recomendado para escapar de la realidad de estos días y soñar con un amor improbable que al final acaba siendo inevitable. |
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