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La historia comienza hablándonos de Alexa y Samuel que, recién estrenados como compañeros de trabajo, y cada uno con sus alegrías y penas, desarrollan una relación de amistad que, rápidamente, se torna en confianza plena para contarse sus más dolorosas pérdidas. Y de esto, al amor, hay un pasito muy corto. Mucha pasión, mucho deseo y una historia de amor intensa, en un período corto de tiempo, que se tambalea debido a la situación personal de Samuel: una mujer a la que ya no quiere, con quien no intima, y de la que nunca se ha enamorado. Mujer que pondrá las cosas muy difíciles y que hará que Alexa huya y se refugie en sí misma, planteándose muchas cosas y sin poder sacarse a Samuel de la cabeza. ¿Será esta la definitiva? Un final bonito, perfectamente hilado, que deja con ganas de seguir leyendo más aventuras de estos tortolitos que pasean por las calles de Granada como dos quinceañeros. Os recomiendo leerlo porque, una vez más, leer a Cristina merece muchísimo la pena.
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