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Aún me cuesta respirar después de leer esto, estas siete maneras de enseñarnos que lo corriente puede ser tan revelador e inquietante. Casas que parecen normales (solo un lugar donde estar, ¿no?) y objetos cotidianos que parece que cumplen su función y ya, que poseemos y controlamos, e ignoramos los apegos que creamos a su alrededor, que lo inanimado pasa a ser una representación, una extensión nuestra más. Y no siempre es bonita y amigable. Tiene muchos lados oscuros y su dosis de incomprensión y de locura, como nuestro interior si nos paráramos a mirar como Schweblin nos obliga, sin parpadear y sin compasión. Y puede parecer que está todo lleno, ocupado, bien colocado y bajo control, pero al asomarse con los ojos abiertos descubrimos más vacío del que nos gustaría. ▫️ «Ellos estaban ahí para cuidar sus cosas, y a cambio sus cosas los sostenían». ▫️ Lo he ido leyendo poco a poco, un relato cada día, para que su atmósfera espesa como esas nubes de tormenta encima de las cabezas de los personajes de animación que los persiguen allá donde vayan no me perturbara el ánimo del todo y aún así, aquí estoy, pensando en un sándwich helado de nata que me quite un poco este regusto amargo que tiene la realidad porque vaya 💔 (Todos los relatos son brillantes pero «Nada de todo esto» y «La respiración cavernaria» se me han quedado pegados con superglú) . |
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