La vida invisible de Addie Larue

Addie es un fantasma, una sombra que aparece en la vida de los demás y desaparece con el suspiro de una puerta cerrada, de un parpadeo demasiado largo, de un recuerdo con el eco de un deja vu, pero nada más. Addie lleva 300 años viva, mantiene los recuerdos de cada uno de los instantes y cada una de las personas que conoció desde que su reloj se detuvo, desde que alcanzó la libertad, pero no deja recuerdos de su presencia en los demás, solo miradas vacías que confunden su existencia.

Y su historia es lenta, se desliza de la misma manera con la que lo hace la miel: agonizante y dulce en cada año que le arranca a su vida infinita, a su alma vendida que espera a pasar a su verdadero dueño, la oscuridad. Addie crece, Addie aprende, Addie no tiene nombre o tiene muchos. Addie es sin ser y, justo por eso, hablar de ella sería destripar la historia que hay en sus páginas, sería adelantar acontecimientos en los que es mejor deslizarse como ella se desliza por sus eternos años: despacito y con curiosidad. Solo recuerda su nombre, las letras que lo saborean como lo que es en realidad: A-D-D-I-E.