Gallant

Gallant fue la novela gótica que me pedía el cuerpo. Su ambientación, oscura e intrigante, me resultó impecable gracias a una pluma muy bella y a los elementos que se pueden esperar del género. Y tiene un detalle muy importante que a mí me encantó: fragmentos de un diario e ilustraciones que aportan al misterio, y cuya intríngulis vas descubriendo conforme avanzas. Y no digo nada más.

La trama de Gallant es sencilla, por lo que no esperéis ningún misterio elaborado. Es un relato que se cuece a fuego lento para meterte en materia, para que vivas y respires la atmósfera de la decadente mansión.

Tiene varios mensajes que me gustaron: la importancia de tener un lugar seguro al que volver, de tener a quien te apoye. También trata sobre dejar ir, sobre el duelo tras la muerte. Los fantasmas son ecos del pasado que pueden asustar, pero somos nosotros los que tenemos que aceptar su existencia e incluso valernos de su ayuda.

Lo mejor, además de la ambientación, es el personaje de la protagonista. Es entrañable, inteligente, valiente y sensible. Además, me pareció un maravilloso ejemplo sobre cómo incluir un personaje mudo sin caer en estereotipos, aprovechando incluso las referencias al ruido y al silencio para expresar emociones dentro del relato. Lo no tan bueno es que es una novela a la que le cuesta hasta que empieza a desarrollarse la trama. Aun así, a pesar de que se pare mucho en descripciones y atmósfera, a mí no se me hizo pesada.

Gallant es una novela rápida de leer que será del gusto de los amantes de la novela gótica de misterio sobrenatural para jóvenes y no tan jóvenes.

A decir verdad, no creo que sea una novela que vaya a trascender en mi vida. Pero es, sin duda, una lectura muy bonita y que me ha dejado con una sensación de tristeza placentera.

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