Gallant

Olivia vive en un orfanato para niñas desde que era pequeña y siente que ese no es su lugar, que no encaja y además su incapacidad para hablar no se lo pone fácil para relacionarse ni integrarse. Tiene la capacidad de ver las sombras que hay a su alrededor, le gusta moverse en silencio y atesora el diario de su madre como su única pertenencia de valor.
Un día llega al orfanato una carta de su tío pidiéndole que vaya a vivir a Gallant, la casa familiar donde vive la única familia que le queda y de la que ella no sabía nada.

Y puede decirse que hasta aquí llega lo bueno del libro, aparte de una ambientación que, en general, está bien creada y entras fácilmente en los escenarios que describe pero que, al menos en mi caso, no me ha hecho sentir esa oscuridad, ese misterio, ni ese lado gótico que esperaba encontrar.

¿Lo mejor de este libro?  La verdad es que es difícil decirlo porque me ha costado mucho, muchísimo, vencer las ganas de abandonarlo.
La historia empieza bien, despertó mi interés y me provocó ganas de seguir leyendo. Pero poco después me encontré frente a una lectura en la que no ocurría nada, pasaban las páginas y no ocurría nada, y así capítulo tras capitulo hasta llegar a un final en el que mi sorpresa y decepción fueron demasiado grandes para ignorarlas.

Me gusta como escribe la autora, pero en este caso no ha sido suficiente para disfrutar del libro.



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