Qué bonito escribe Angelika Schrobsdorff. Cómo he disfrutado esta historia tan grande, tan amarga, tan real y a la vez tan dulce. Me he quedado prendada de su habilidad para transportarnos sobre un cometa, en una noche sin estrellas, desde los locos años 20 a la segunda guerra mundial. Sus palabras son dardos cargados de certeza y poesía. Y sin embargo la vida es bella...
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