Liam aterrizó de golpe en medio de una cascada de agua que cayó inundándolo todo como si hubiesen vaciado una bañera desde arriba de una escalera. Levantó la mirada, y vio a Foster a un lado y a Bob en el otro, ambos a cuatro patas con las manos y las rodillas en un gran charco que se esparcía poco a poco. Miró a su alrededor, se veían vehículos aparcados en una zona de asfalto. Parecían menos modernos, más angulares que los coches a los que se había acostumbrado a ver cada día en Nueva York. |