Mis héroes siempre han sido yonquis

Como os podéis imaginar, al ver este tomo en la biblioteca no me pude resistir a tomarlo en préstamo…¡que es de mi tándem de autores preferido! Jeje.

Incluido dentro del universo de la serie “Criminal”, este cómic se sale de la trama principal para contarnos la historia de Ellie, una joven ingresada en una clínica de rehabilitación para adictos. Su narración de las sesiones de los adictos nos descubre a una persona inteligente, despierta y con un humor muy particular, y con su rebeldía arrastrará a Skip, otro de los internos, hacia una huida a ninguna parte (o eso es lo que parece).

En su viaje descubrimos que Ellie es una auténtica melómana por influencia de su madre, y resulta que lo que tienen en común todos los músicos que le gustan es que han sido yonquis, igual que su madre. A lo largo de diversos flashbacks sabemos que fue criada por la pareja de su madre porque ésta murió por una sobredosis, por lo que el cómic reflexiona mucho también sobre las drogas y la influencia que tiene nuestro entorno en el consumo y sus efectos, ya sea a nivel físico o psicológico.

Esta historia también se enmarca dentro del género negro por el tipo de narración y porque de nuevo su protagonista es alguien que vive al margen, una persona víctima de sus circunstancias que ha desarrollado un carácter especial para sobrevivir en ese entorno. A pesar de ello Ellie se sorprende reconociéndose enamorada de Skip a pesar de querer tener el control de cada situación, y es por ello que finalmente las cosas no son como le hubiera gustado, pero sí terminan como suelen terminar las historias de este tándem (y consiguiendo enlazarla con el resto de Criminal).

Como siempre el dibujo de Phillips es una pasada y encaja perfectamente con la narrativa de Brubaker, de modo que, aunque se salga de la historia principal, resulta un tomo bastante atractivo para sus fans.