Mikel Santiago nos ofrece un trepidante y adictivo thriller que transcurre en el año 2020 pero con abundantes viajes a los años noventa. Diego León es un famoso cantante de pop-rock que está pasando por una época complicada tras irrumpir el pasado en su presente. A los veinticuatro años era el vocalista de Debruak, una banda de rock formada por cinco vecinos de Illumbe. Tras un concierto aparece drogado en mitad de una carretera y nunca vuelve a saberse de su novia. A pesar de ser el principal sospechoso termina descartado por falta de pruebas y puede continuar con su vida y su carrera. Eso sí, lejos de su hogar y amigos y con grandes lagunas en su memoria. Pero tras emitirse un reportaje sobre el caso todo resurge de nuevo. La ambientación es genial y es muy fácil imaginarse lugares y personajes. La música tiene un lugar importante en este libro, en especial una pegadiza canción de los ochenta que volvió a meterse en mi cabeza, y no había manera de sacarla de allí. De los personajes no puedo hablaros demasiado por miedo a desvelar algo indebido, pero si puedo deciros que Bert, Javi, Ibón, Nura y Diego eran los miembros del grupo. La novia desaparecida se llamaba Lorea y la conoceremos por los vistazos al año 1999 que nos ofrece el autor. A muchos de los personajes nos los vamos a encontrar en ambas épocas, a otros no. La novela es muy adictiva, y es de esas que te permiten hacer montones de locas teorías y sospechar hasta del apuntador. Eso sí, con cada giro y nuevo descubrimiento cambian nuestros presuntos culpables. Y eso ocurre una y otra vez, pero todo tiene su razón de ser y termina cobrando sentido. Leí el libro en una lectura conjunta por tandas y fue realmente difícil parar cuando tocaba, así que tras el debate posterior a la meta había que seguir leyendo y descubrir por donde iba a tirar el autor. Ha sido mi primera obra de Mikel y reconozco que me ha gustado su pluma. Me ha sido fácil transportarme a Illumbe, tanto en el pasado como en el presente. Es de esas lecturas que te mantienen en vilo todo el tiempo, y la narración en primera persona, con la voz de Diego, creo que contribuye a ello al dejar notar su confusión y angustia. No me importaría encontrarme de nuevo con algunos personajes, de los que no voy a dar nombres para no dar pistas. Aunque algunos compañeros de lectura no estarán de acuerdo, a mí me ha gustado mucho el sorprendente final. No me lo esperaba así para nada pero creo que queda muy bien y cierra el círculo. La novela también tiene su punto de nostalgia, con recuerdos de los ochenta y noventa, en especial la referencia al concierto de los Rollings en Gijón. Tuvimos que conformarnos con escuchar un ratito desde fuera porque mi hijo nació dos días más tarde, y no era plan de entrar con el barrigón. Y, aunque él es más importante que un concierto, te queda la espinita ahí. Mi primer acercamiento a la pluma de Mikel Santiago ha sido exitoso y repetiré. Os animo a leer la obra si os gustan los libros adictivo con un interesante misterio. Por mi parte ya estoy pensando en hacerme pronto con más novelas suyas. |