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Segunda novela de Mikel Santiago, que sucede a su aclamada opera prima: La última noche en Tremore Beach. Bert Amandale, un afamado escritor de novelas de terror, y su familia viven en un pequeño pueblo de la Provenza, un retiro espiritual forzado por los problemas que estaba ocasionándole a su hija adolescente (Britney) la vida londinense. Una noche fumó heroína y ese fue el detonante que precipitó la decisión familiar de cambiar de aires. La novela comienza transcurrido un año de esos hechos, cuando la familia está felizmente afincada en su nueva residencia francesa, donde, principalmente Miriam, la mujer de Bert, y Britney han logrado hacer un núcleo sólido de nuevas amistades. Bert, por su parte, pasa las horas muertas escribiendo su nueva novela en el cobertizo de su casa y en compañía de su amigo inseparable, el mundialmente afamado cantante Chucks Basil, quién decidió mudarse junto a su amigo cuando supo que éste y su familia abandonaban Londres. Precisamente, será un incidente sucedido a Chucks el que iniciará la misteriosa trama que irá entrelazando y dosificando Santiago, con su ritmo y maestría acostumbrado. Chucks atropella a un hombre que fallece entre sus manos, ensangrentado y reventado por el impacto del parachoques del coche. Mientras agonizaba, el hombre consigue decirme una palabra en su último aliento: l'ermitage. El cantante huye de la escena del atropello, dejando el cadáver en el asfalto. Temía las implicaciones que pudieran tener en su carrera musical la noticia de que había atropellado a alguien. Además, no era la primera vez que tenía un problema conduciendo bajo los efectos del alcohol. Sin embargo, la culpa, ese insecto impenitente que es la culpa, le hizo regresar a la curva en la que ocurrió el accidente. Para su asombro, no encontró ni rastro del cadáver. A partir de este suceso, El mal camino, nos relata la búsqueda de la verdad de dos hombres (Chucks y Bert) que sospechan que el hombre al que atropelló Chucks era un periodista de investigación que estaba cerrando el círculo alrededor de una sociedad secreta que utilizaba técnicas prohibidas para anular la voluntad de las personas y, eventualmente, acabar con sus vidas. Una búsqueda que pondrá en riesgo la vida de todos aquellos implicados en ella. Como es costumbre en Mikel Santiago, la historia la narra en primera persona, permitiéndonos enfundarnos la piel de Bert Amendale, profundizar en sus virtudes y sus defectos, en sus traumas y sus sueños, en sus miedos y esperanzas. Todo ello sin restarle un ápice de intriga a la trama, la cual es narrada con un ritmo creciente que llega a su clímax en un final que, aunque previsible, no deja de ser efectivo y cumplir con las exigencias del guion de una buena novela de suspense. |
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