El equipo de natación sincronizada

Esta breve joya narrativa nos cuenta las historias de seis jóvenes en un país dividido por un río y la dictadura comunista. Tras ver una competición televisada de natación sincronizada, deciden formar un equipo de este deporte, ante la incredulidad de sus compatriotas. Expatriadas, Anita, Paulina, Sandra, Betty, Nina y Lydia se enfrentan a nuevas luchas, que tendrán que afrontar solas.
Ellas van a emplear su ingenio y toda su fuerza e inteligencia para ser libres, en una lucha soterrada contra la opresión que causará extrañeza entre los sometidos habitantes de su pueblo innominado.
Pero la huida no significará la libertad real, y los lugares donde viven como expatriadas les ofrecen relaciones opresivas, trabajo precario, delincuencia... un mundo para el que no pueden estar preparadas y un sueño de libertad que las elude.
La prosa de esta pequeña maravilla, de esta contienda llena de tristezas, pero también de esperanzas, tiene una expresividad poética que nos lleva a un ambiente casi irreal, que se universaliza por la falta de mención de detalles o nombres concretos sobre el país natal. Las jóvenes, dispersas por Europa, se enfrentan al aislamiento de no comprender las lenguas, a la extrañeza de oír la lengua materna en tierras lejanas, a la soledad, a fin de cuentas.
Un pequeño volumen muy necesario para recordarnos que muchas veces la lucha contra la injusticia necesita más de ideas que de alardes espectaculares. También, la memoria de cómo las diferencias políticas dividieron países en Europa una vez, y podrían volver a hacerlo en cualquier momento. Cristina Sandu logra transmitirnos, con la aparente sobriedad de esta pequeña gran novela, de modo delicado y sin aspavientos, lo hermosas, engañosas y tristes que pueden llegar a ser la lucha contra la represión y la búsqueda de los propios sueños y la libertad contra un régimen opresor.