El equipo de natación sincronizada de Cristina Sandu
Una mañana lo consiguieron: se sumergieron en el lecho del río y se quedaron allí. Sus cuerpos se enroscaron. Había tranquilidad y oscuridad. Observaron las sombras y las luces oscilando en la parte superior. Se olvidaron de la necesidad de respirar y hablar. En estas conchas no había perlas. Se quedaron allí, sin moverse, hasta que incluso el río se olvidó de ellas.
|