Estaba solo. Por primera vez desde que lo encontré, estaba solo. No podía hablar, no podía respirar. Lo único que hacía era sollozar. La desesperación me tragó, como si fuera un demonio. Aullaba en mi cabeza, me aplastaba el pecho, me clavaba las garras en el alma. Ven, decía. Aquí reina la paz. Quería irme, quería morir. |