Indiana o las pasiones de Madame Delmare

«Puede imponerme silencio, pero no me impedirá pensar»

Tres hombres y una mujer, Indiana, son los que protagonizan esta historia. Un intercambio constante de amor y odio, acompañados de elogios y de reproches. Corazones matizados de las costumbres y la doble moral victoriana, pero con sanciones siempre más fuertes para las mujeres. Indiana atrapada en un matrimonio a conveniencia, donde la única forma de libertad que le quedaba era negarse a amar a su esposo y añorando, como en las novelas tan en boga de la época, la llegada de un amor que le salvara y le mostrará las pasiones y la felicidad que está reservada a las almas gemelas. Su consuelo, su primo, un hombre perseguido por la desgracia y que al final entregó su voluntad a una vida al lado de Indiana, solo observándola y dispuesto a sacrificar su vida por una mirada, por una sonrisa. Un día Indiana se enamora y con ese amor viene el dolor, el llanto, la desgracia, la destrucción.

La historia empieza muy bien, te atrapa desde el inicio de la lectura y no solo por la fuerza de los personajes; los diálogos son intensos, enriquecidos con metáforas, aunque en ocasiones, demasiado recargados, largos y muy (pero muy) moralistas (y eso que suelo ser muy de esta línea). Amantine Aurore Lupin escribe muy bien, pero a título personal, es muy discursiva y en su afán de expresar su punto de vista, de gritar las injusticias de su época y de plasmar en papel su enojo por la indiferencia y la desigualdad, en ocasiones, convierte a la novela en un manifiesto contra las normas Victorianas, no significa que está mal, pero estamos hablando de una novela y no de una expresión literaria distinta.

Sin embargo, no puedo desligarme de que esta novela fue posible tras un largo esfuerzo, Amantine Aurore Lupin tuvo que ser George Sand para no ser juzgada, ni discriminada; luchó contra el sistema de la época, eligió la libertad para pensar, para escribir, para vestir, para amar, aún cuando esto la convertía en una paria; la seguiré leyendo, se lo debo como mujer y debo aprender de lo que me dice, pues quien puedo ser ahora, se lo debo a muchas como ella.