La sonrisa etrusca

Tenía muchas ganas de que este libro me enterneciera, y de hecho no lo había comprado para mí, pero la persona ansiosa que vive en mí quiso darle chance antes de que dejara mi casa para siempre, y lo que encontré me ¿decepcionó? tanto que ahora tengo un libro más, y uno que en principio no quería.

El caso es que la historia lo tenía todo para que me gustara: hombre en la vejez, enfermo sin posibilidad de sanación encuentra la redención a través del amor hacia su nieto.

No quiero explayarme. He visto muchas críticas negativas porque el protagonista es inaguantable. Pero así son la mayoría de viejos, ¿no? (Quién trabaje cara al público o con ellos directamente entenderá). Han sido educados de otro modo y han vivido realidades muy distintas. ¿Que es un poco machista, un poco conservador pese a ser de izquierdas y muy de pueblo para vivir en la ciudad? Lo compro, porque es real. Criticar el libro desde ese lugar es no saber ver que hay otras realidades a ser algo distinto a un hombre blanco cis heterosexual de más de 40 años.

A mí no me gusta por otra cosa. Sampedro tiene claras intenciones creando a su personaje de esta manera, y el camino hacia su perdón es tan obvio, que el protagonista se vuelve una caricatura de los señores mayores de pueblo. Todo el elenco de personajes gira en torno a mostrarnos (bueno, a señalarnos con el dedo directamente) quién es el protagonista (por si no estaba claro) no dotando al resto de un ápice de personalidad ni en el habla ni en el comportamiento. Y por último, el estilo. Es que no hay. Es que qué pena, pero nada que decir sobre la forma –tan importante para mí–, porque no existe, hasta el punto de pensar que si bien Sampedro no deja de ser alguien importante en las letras españolas, al menos en prosa, al menos en este libro, a mí no me parece que haga literatura (si es que puedo opinar yo sobre tal cosa).

Me da pena sentirme tan dura, porque como digo, hay intenciones buenas por parte del autor pero, lo siento, no es para mí.