Catcher in the Rye

Puede que el fenómeno más perseguido y deseado por cualquier amante de la literatura sea el de encontrar el libro justo en el momento más preciso. “El guardián entre el centeno” llegó a mis manos cuando más lo necesitaba, aún sin ser yo muy consciente de ello. Supuso toda una revolución personal, un grado de entendimiento antes inimaginado para mí y consiguió hacer llegar mi sensibilidad a límites insospechados.

Aunque a simple vista pueda parecer una lectura sencilla, apoyando muchos esta idea con la tendencia de catalogar este libro como “lectura obligatoria para el instituto”, este coming of age presenta unas profundidades difíciles a las que acceder y son pocos los que parecen haberlas descubierto pese a su gran fama y renombre. Con esta novela “infantiloide” Salinger escribe con una inteligencia y sentimiento envidiables, consiguiendo coronarse como uno de los grandes narradores de su siglo, demostrando que no son necesarias grandes ornamentaciones para acariciar la ternura de los lectores.

Lo pensé desde el momento en que leí las reseñas negativas de esta novela y lo sigo defendiendo, si no te gusta “El guardián entre el centeno” tal vez es porque no cuentas con la sensibilidad suficiente para comprenderlo.

Holden es sólo un niño. Ni mejor ni peor. Sólo un niño.