Una cierta sonrisa

Dominique y Bertrand son una pareja de jóvenes estudiantes de la Sorbona que pasa sus días entre clases, libros, cafés y clubes de jazz. Sin embargo, los días bulliciosos en el Barrio Latino de París no son suficientes para llenar la vida de Dominique, quien siente que el aburrimiento gobierna su vida. La joven, que aparentemente lo tiene todo, envidia secretamente la vida de su amiga Catherine, quien siempre anda enamorada y contándole sus escarceos amorosos. Los días van pasando sin nada destacable hasta que un buen día Dominique conoce a Luc, el tío de Bertrand, un hombre maduro casado por el que se siente atraída desde el principio. Este hombre la hará sentirse libre y soñar con la posibilidad de otro mundo donde no hay espacio para el tedio. Luc y Dominique, unidos por su actitud existencialista ante la vida, inician un affaire apasionado con París y la Costa Azul como telón de fondo; la única regla del juego es no enamorarse. ¿Conseguirá, Dominique controlar sus sentimientos o se arrepentirá de haber escogido la felicidad temporal?

Françoise Sagan, “l'enfant terrible” de la literatura francesa, mujer pionera en escribir sobre sexualidad y amor libre, me ha vuelto a conquistar con su segunda nouvelle, “Una cierta sonrisa”; una obra que, más allá de la historia de amor romántica, explorar los límites de la libertad y del autoconocimiento mientras plasma el ansia por saciar la sed de vivir y sentir propias de la juventud.

Ha sido inevitable asociar a Dominique con la propia autora, a quien he visualizado recorriendo las calles de París, libre, ávida de emociones fuertes (demasiado fuertes quizá) y llevando puesta cierta sonrisa, la de la mujer que ha conocido lo que es amar de verdad.