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Crítica de Guille63


Guille63
10 March 2023
Si hace poco comentaba que para Schopenhauer la vida es dolor y, por tanto, lo único que podemos hacer es reducir este al máximo, siendo altamente recomendable el aislamiento que nos permita disfrutar en soledad del gozo de uno mismo, para Russell el camino es justamente el opuesto.

“La felicidad básica depende sobre todo de lo que podríamos llamar un interés amistoso por las personas y las cosas… el que te gusten muchas personas de manera espontánea y sin esfuerzo es, posiblemente, la mayor de todas las fuentes de felicidad personal… que tus intereses sean los más amplios posibles.”

Russell empieza advirtiendo que se dirige únicamente a aquellos que tienen salud y dinero suficiente para que ninguna de las dos cosas suponga un problema serio. ¿Será el amor, el elemento que falta en la famosa terna, la clave de la felicidad? Pues bien, el amor, nos dice, no solo es una fuente de placer en sí mismo, aunque también lo sea de dolor, también intensifica el disfrute de cualquier otro placer, y es quizá el elemento que más nos aparta de nosotros mismos, siendo esta la principal recomendación que nos hace el filósofo: alejarnos de cualquier tipo de ensimismamiento: el del pecador, siempre desaprobando su vida, el del narcisista, tan vanidoso que nada más le importa admirarse y ser admirado, el del megalómano, que quiere ser poderoso antes que encantador, temido antes que amado.

“Una actitud expansiva y generosa hacia los demás no sólo aporta felicidad a éstos, sino que deviene en una inmensa fuente de felicidad para su poseedor.”

Pero Russell también coincide con Schopenhauer en algunas recomendaciones: huir del aburrimiento, o bien aprender a soportarlo (“la mitad de los pecados de la humanidad se cometen por miedo a aburrirse”), y de su contrario, la excitación, que nos puede lanzar a una escalada interminable. Nuestros deseos deben tener la dificultad justa para ser satisfechos y su cumplimiento debe ser siempre moderado, nunca es aconsejable la saciedad. Tampoco es conveniente estar continuamente pensando en el futuro, ni en los problemas en momentos en los que no se puede hacer nada al respecto. No puede ser feliz quién dedique todos sus esfuerzos a conseguir el éxito o para quién entiende la vida como una competición, o para quién busque en todo momento la aprobación de los demás, y está más cerca de ello quién procura aumentar la admiración y reducir la envidia.

“El sentimiento de pecado tiene algo de abyecto, algo que atenta contra el respeto de uno mismo.”

Uno de los caballos de batalla de Russell es argumentar en favor de la razón en el camino hacia la felicidad.

“Dado que el principal aspecto de la racionalidad es la armonía interior, el hombre que la consigue es más libre en su contemplación del mundo y en el empleo de sus energías para lograr propósitos exteriores que el que está perpetuamente trabado por conflictos internos.”

Porque, en el fondo, una gran parte de nuestra infelicidad viene marcada por una errónea comprensión y visión de lo que es el mundo, de lo que somos nosotros y del peso y el lugar que nosotros tenemos en ese mundo, que solo un buen uso de la razón puede remediar. Solo la razón podrá alcanzar el equilibrio entre todos nuestros intereses, impidiendo que el desarrollo de uno de ellos haga imposible el de los demás.

“Para la mayoría de los hombres y mujeres, la felicidad tiene que ser una conquista, y no un regalo de los dioses.”
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