Hasta que nos quedemos sin estrellas

Malditas expectativas, me la han vuelto a jugar. Había visto tantas puntuaciones altas, me habían hablado tan bien de este libro que pensé que iba a disfrutarlo muchísimo, pero no, para nada. No solo no me ha gustado, si no que a ratos me ha aburrido, me a desesperado y me ha hecho tener ganas de gritar de desesperación.

Los personajes, todos, planos, sin personalidad y con un carácter malo, no, lo siguiente. Todos se aferran al “yo soy así” y al “la vida me ha hecho así” para tratar a los demás con la punta del pie, para empezar Maia la protagonista que telita con ella. Creo que Maia ha entrado en el top 3 de personajes protagonistas odiosos de mi vida lectora.

Los dramas se suceden uno tras otro (en serio, tremendo drama tenemos entre manos) algunos sin necesidad la verdad y luego la mayoría se arreglan, o se superan según, en dos renglones… en fin. No digo más porque si os atrevéis a leerlo no quiero destriparos nada, pero… en fin.

El tira y afloja entre los protagonistas a veces no tiene por dónde sujetarse. Todo se alarga, sin necesidad, demasiado y al final lo único que estás deseando es que todo acabe de una vez para olvidar el libro para siempre.

Un despropósito total. Una pena porque la narrativa de la autora es buena de hecho, ha sido eso únicamente lo que ha hecho que consiga acabar el libro y no lo deje de lado a la mitad. Pero el planteamiento, sus personajes y el exceso de páginas (creo que con 300 páginas menos hubiera quedado todo mucho más redondo) han hecho un coctel que, desde luego, a mí no me ha conquistado.