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Crítica de Homolectus


Homolectus
13 December 2021

Jack es un niño como cualquier otro: vive con sus dos padres, va a la escuela y tiene un juguete favorito: Dito, el cerdito. Un peluche de tela de toalla que por las aventuras vividas junto a Jack ha perdido su color original y ahora en vez de ojos lleva dos botones negros en las cuencas de su cara.

Un día, con la separación de sus padres, el rehacer de la vida y las nuevas cosas que estos emprenden, Jack tendrá que aprender a sobrellevar todas estas nuevas cosas y afrontarse a la pérdida de Dito. Una pérdida que no está dispuesto a aceptar de buenas a primeras y que, aprovechando la magia en el ambiente de la Nochebuena, podría no ser definitiva.

Esta es la historia de como Jack viaja a través del Mundo de las Cosas Perdidas durante la noche de Navidad para encontrar a su fiel compañero de aventuras Dito, con la compañía del Cerdito de Navidad, un sustituto que, pese a conocer su lugar al lado de Jack; está dispuesto a darlo todo para conseguir el deseo de su niño.

Para mí fue una completa sorpresa enterarme de que este libro iba a salir, pero no debo negar que me llamó bastante la atención y que quería leerlo durante la época navideña —porque claramente para eso son las historias sobre la navidad—. Siento que Rowling, pese a todo el estiércol que le cae encima por estos días por el simple motivo de ser firme en sus posiciones, es una gran contadora de historias con una imaginación increíble y esto queda demostrado nuevamente acá.

Es una historia de navidad bastante atípica. Acá no nos encontramos con un viaje para salvar la navidad, rescatar a Papá Noel o encontrar el árbol de navidad que alguien se robó. Es la historia de un niño bastante contemporáneo que tiene sus propios problemas y que encuentra en la magia que rodea esta fecha la oportunidad justa para recuperar a su cerdito. Esto hace que los personajes que aparecen en la historia sean originales y no tengan que encajar en cierto estereotipo del folclor navideño. Ese es uno de los principales aciertos de la historia, pues da muchos grados de libertad a la hora de imaginar los personajes y hacen que sus acciones sean completamente imprevistas.

Sin duda, lo primero que se me vino a la cabeza cuando Jack emprende su viaje junto al Cerdito de Navidad por el Mundo de las Cosas Perdidas fue Alicia en el País de las Maravillas, ambos lugares se rigen por sus propias leyes, están vedados a la gente de Arriba y están llenos de magia. El Mundo de las Cosas Perdidas es un mundo secundario al cual, como su nombre lo indica, van a dar todas las Cosas que los humanos perdemos en algún momento de la vida. Allí hay lugar para las más reemplazables de todas, a las que se les tenga algún cariño, las más valiosas e incluso para los sentimientos y hábitos que vamos perdiendo con el correr de la vida.

Es un mundo lleno de magia, colorido y que exhibe un notable nivel de desarrollo desde el punto de vista literario. Es sencillo, pues los lugares que presenta son pocos, están bien definidos y cada uno tiene su sello personal; son fáciles de recordar pues todos tienen una impronta muy particular tanto en los ambientes como en sus habitantes. Todo este juego de luces, colores, escenarios y personajes es una muestra de lo buena creadora de mundos que es Rowling, solo a una persona que tenga la suficiente destreza en el worldbuilding es capaz de lograr un mundo tan prolijo con detalles tan sencillos y bien puestos.

El Cerdito de Navidad es un personaje entrañable, que poco a poco se va ganando la confianza de Jack y va mostrando su nobleza, desprendimiento y un altruismo increíble. al principio no parece tener mucho sentido el hecho de que siendo el recién llegado y luego de semejante bienvenida que le da Jack este decida acompañarlo a través del Mundo de las Cosas Perdidas, pues resulta muy contrario a lo que el sentido común dictaría. Poco a poco las razones que llevan a que el Cerdito acompañe a Jack en su aventura por el Mundo de las Cosas Perdidas quedan claras y ayudan en la comprensión del viaje, de la actitud que toman los protagonistas en él y los motivos que los impulsan, que en el caso del Cerdito no son tan claros a primera vista.

De manera global, la historia es el típico viaje a través de un reino mágico con una meta clara. En este viaje —que como ya lo dije recuerda las aventuras de Alicia e incluso las de Dorothy en la tierra de Oz— aparecen personajes variopintos que acompañan a los protagonistas en partes muy específicas del viaje y que ayudan a delimitar cada uno de los lugares que se visitan. No por esto la historia es aburrida o predecible, por el contrario, se aprovecha de los elementos clásicos, del terreno ya recorrido y se permite crear una historia bastante contemporánea en medio de un ambiente bien conocido por todos. Sobre esto, es muy interesante encontrar al Perdedor como el mal que asecha al Mundo de las Cosas Perdidas y que aparezca cada tanto en la historia, que no se limite a ser un terror distante y que su gobierno sea solo a base del miedo que provoca en los habitantes del mundo, sino un enemigo real, que persigue a los protagonistas y con el que tienen sucesivos encuentros a lo largo de la historia.

La historia creada por Rowling, que involuntariamente me recuerda a otro juguete perdido en una playa de Inglaterra a principios del siglo XX, viene acompañada de las ilustraciones de Jim Field, quien le ha dado una identidad única a cada personaje y ha creado paisajes bellísimos del Mundo de las Cosas Perdidas. Muero por ver sus ilustraciones a todo color, pues lastimosamente para la presente edición las han impreso a una sola tinta.

Si lo que están buscando es una historia para leer por estos días El Cerdito de Navidad es el libro que deberían de leer. Lo único que les advierto es que deben de estar listos para entender la forma en que el Cerdito de Navidad actúa, así se haya vuelto tan entrañable que cueste entenderlo.
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