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Duro y lúcido relato el que nos ofrece Ralf Rothmann sobre los días finales de la segunda guerra mundial y el inicio de la posguerra. No siendo ni una novela histórica al uso, ni un dietario es un relato realista de un momento concreto de la historia, donde mucha juventud fue muerta o destruida moralmente para el resto de sus vidas teniendo que afrontar en primera línea los últimos meses de una guerra que ya estaba perdida y sólo los mandos parecían no quererlo ver. Narrado en tercera persona a excepción de unos comentarios iniciales y finales del hijo del protagonista, Morir en primavera nos narra la vida de Walter, un muchacho de 17 años que es obligado a alistarse junto su amigo en las postrimerías de la segunda guerra mundial, cuando ellos creían que por edad y por el trabajo necesario para el esfuerzo de que guerra que realizaban ya no les llegaría el alistamiento para ir al frente. Y aunque la guerra estaba perdida y casi todo el mundo se daba cuenta, la narración nos pondrá los pelos de punta al ver el trato que recibían los soldados, como se utilizaba a los nuevos reclutas en un frente en retirada y un ejército desmoralizado sólo mantenido por la brutalidad de los mandos y algunas unidades especiales. Encontramos más que una historia, un retrato lúcido, frío y en todo momento riguroso, que te hace sentir las mismas vivencias de los protagonistas, una instrucción insuficiente que hace que a los tres meses sean enviados al frente donde vivirán el avance de las fuerzas rusas y el constante retroceder para ir volviendo hacia Alemania con unos mandos que todavía creían en la victoria y donde la muerte siempre iba antes que la derrota. El frio, la humedad, los caminos embarrados, los bombardeos constantes que hacían de los caminos un peligro, se van convirtiendo en el paisaje cada vez más habitual, que el protagonista principal tiene la suerte de poder ir evitando por el hecho de saber conducir y ser destinado a una unidad de transporte pero que no le evita tener que afrontar peligros constantes tanto de “amigos” como de enemigos. El retrato que el autor hace de esos momentos, del funcionamiento del ejército, del miedo entre la muerte en batalla, el ser apresados por los rusos y ser deportado a Siberia, o la posibilidad de desertar sabiendo que cada palmo de terreno está vigilado por unidades especiales que sólo buscan desertores para llevarlos a pelotones de fusilamiento formados por sus propios compañeros, es de una gran fuerza y viveza que te acaba transportando a esos momentos de extrema dureza. El final del libro, con no tanto peso como las vivencias en la guerra, nos muestra una Alemania derrotada, ocupada por las fuerzas aliadas y totalmente en ruinas, sin ningún servicio y donde el protagonista tendrá que empezar a buscar una nueva vida entre la dureza de un mundo de humillación hacia los vencidos. Una lectura excelente para conocer un momento de la historia que a veces pasa más desapercibido, sobretodo por las literaturas de los países vencidos, como es el de como se actúa cuando la derrota ya es inevitable y como después de la derrota se intenta volver a levantar cabeza. Lectura dura pero recomendable para aquellos amantes de éste período histórico o de historias con un gran realismo. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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