La ridícula idea de no volver a verte

Vivimos tan esclavos del tiempo que tenemos la manía de poner plazos a todo, incluso a el duelo por la muerte de un ser querido. Esos plazos a veces son impuestos y otras nos los imponemos nosotras mismas. Nos dicen/nos decimos cuando podemos gritar, cuando hacernos un ovillo, cuando callar y cuando seguir adelante. Nadie nos enseña como gestionarlo, no es una asignatura que se incluya en el plan de estudios y es no es un tema recurrente en las sobremesas o en las reuniones familiares o de amigos. "La ridícula idea de no volver a verte" rompe esa barrera y nos propone un ejercio de reflexión. Rosa Montero desnuda sus sentimientos para mostrarnos que la muerte forma parte de la vida y nos hace meditar sobre ese después que irremediablemente existe y que cada uno debe gestionar como quiera o como pueda.
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Para ello Rosa Montero parte de los diarios que Marie Curie escribió tras la muerte de su marido. La autora, en un ejercicio de generosidad tan grande como su prosa, se abre en canal y muestra su dolor por la pérdida de su pareja, se muestra vulnerable, pero también optimista. Porque no solo de luto vive este libro, Montero va más allá y consigue crear un verdadero canto a favor de la vida y de la esperanza; al tiempo que hace un homanaje a Curie, esa mujer fascinante que cambió la historia y consiguió derribar muros tan altos como su talento.
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Este libro no es una biografía, tampoco es exactamente un ensayo, ni una novela. "La ridícula idea de no volver a verte" es un libro especial y, precisamente, parte de esa especialidad reside en que es inclasificable. Lo que si tengo claro es que es un relato breve, precioso e intenso. Un viaje hacia el verdadero sentido de la vida.