Conversaciones entre amigos

Veo libros y reseñas de Sally Rooney por todos lados desde ya hace algún tiempo. La intriga me llevó a adquirir Conversaciones entre amigos, pero no había encontrado el momento para leerlo. Creo que una parte de mí no deseaba encontrarse con la historia de la sinopsis: una bola de intelectuales que se embarcan en una relación poliamorosa. Me daba una pereza infinita la lectura de un libro sobre “gente bonita” que vive en una realidad alternativa, y que cree que está cambiando al mundo cada vez que abre la boca o toma una decisión. Hollywood me ha hecho mucho daño.

Antes de comenzar la reseña, creo que, o la sinopsis de este libro no le ha hecho justicia a la novela, o yo tengo muy poquitas luces. Para mí, Conversaciones entre amigos es otra cosa, se mueve por otros caminos. Sí, hay conversaciones, poliamor, una forma nueva y distinta de entender las relaciones, pero lo que la sinopsis resalta, es, creo yo, precisamente a lo que esta historia le da la vuelta.

Vamos por partes.

Frances, protagonista y narradora, nos cuenta un momento de su vida, cuando es universitaria y tiene veintiún años. Ella y su ex novia y mejor amiga, Bobbi, tienen una especie de duo poético y en una de sus presentaciones conocen a una ensayista y periodista, Melissa. Esta mujer las invita a su casa y allí conocerán a Nick, su marido. Frances y Nick conectan. Bobbi está algo colada por Melissa. Melissa y el marido son lo que podríamos llamar exitosos en sus profesiones (el es un actor medianamente conocido). Por cierto, les sacan más de diez años a las chicas.

Si lo que buscas es enredo de sábanas, este libro deja mucho que desear en ese sentido.

¡Gracias!!

¡Gracias, Sally Rooney por no escribir ese tipo de libro!!

Gracias Sally Rooney porque tus personajes respiran bajo el cielo de Dublín y no en el de Nueva York o Londres.

Conversaciones entre amigos es, desde mi punto de vista, una historia sobre las inseguridades, sobre la vulnerabilidad. Da igual qué tan intelectuales, modernos y qué tan pensantes seamos: todos somos unos malditos inseguros en algún aspecto (o en varios) de nuestras vidas. Todos necesitamos la fuerza del de a lado para cubrir nuestra vulnerabilidad y alguien necesita de nosotros para darse fuerza también. Hay personas que tienen poder sobre nosotros y nosotros tenemos poder sobre otros. Algunas veces lo usaremos. Nadie va a escapar de los puñetazos emocionales que nos da vida. Todos nos vamos a sentir amados y traicionados en algún momento.

Frances es muy joven, está entrando en la vida adulta. Tiene dudas, tiene miedos, trae cosas arrastrando desde la infancia. Tiene a su lado una amiga que a veces parece que la odia; otras veces parece que la ama más que a nadie. Experimentará una relación amorosa que no va para ningún lado. No tiene dinero, no tiene claras sus perspectivas sobre el futuro y tampoco le preocupa demasiado. Su ideología política, su visión sobre la vida es un batiburrillo de ideas que se conciben y amalgaman en las conversaciones que mantiene con Bobbi y con otras personas. Como cualquier chica que entra por la puerta de la edad adulta.

Sally Rooney, quizás por la cercanía con la edad de la protagonista cuando escribió esta novela, y también porque es una buena escritora, refleja como nadie esos años intermedios entre la juventud y la adultez, la construcción de la personalidad, los sentimientos, lo que preocupa y lo que aún escapa al radar de los años venideros. Sentí a Frances real, le creí. Vi cosas de ella en mi yo de esa edad.

“Una expresión compungida y avergonzada se dibujó en su rostro mientras pronunciaba esas palabra, y yo no pude evitar sentir lástima por todos nosotros, como si solo fuéramos unos críos que fingían ser adultos…”

Las relaciones amorosas, de amistad y familiares aquí, en esta historia, y en la vida real, son diversas e imperfectas. Y está bien y no pasa nada. Nadie se convierte en monstruo por equivocarse, por tomar decisiones que no son del agrado de la mayoría. La vida duele. La gente que amamos va a lastimarnos alguna vez. Es bueno recordarlo sin miedo ni vergüenza.

En esta novela todos maquillan sus temores, todos se aferran a lo que los mantiene en territorio seguro y al mismo tiempo se rompen y rompen al de a lado si ven amenazados sus paraísos de cartón. Creo que dedicamos un esfuerzo sobrehumano a la representación de una vida segura. Nuestros matrimonios perfectos, nuestros hijos perfectos, nuestros trabajos perfectos, nuestros discursos e ideas perfectas. Los personajes de esta novela no escapan de esta representación. Silencian y esconden los que los hace vulnerables, pero está allí, al alcance de la mano derribar sus castillos de naipes.

“Concluí que algunos tipos de realidad producen un efecto irreal…”

Disfruté mucho el ritmo de esta historia. Absorbí las emociones, los silencios, las impresiones de Frances (a veces infantiles, a veces mordaces e inteligentes, pero siempre sensibles) sobre lo que le rodea. Uno vive y se construye como persona a través de sus alegrías, de sus tragedias y de sus cagadas. Quienes te rodean también te construyen. Las relaciones que estableces determinarán quién eres. Y está bien, y no pasa nada si el mundo y la gente que te rodean no son perfectos.

Nada lo es.