La muerte y yo nos hablamos de tú desde hace tiempo; ella juega conmigo sin hacerme daño. ¡Los peligros de que he escapado, quizá con su ayuda!
|
La muerte y yo nos hablamos de tú desde hace tiempo; ella juega conmigo sin hacerme daño. ¡Los peligros de que he escapado, quizá con su ayuda!
|
"... porque no hay pena comparable a la de morirse..."
|
Pito Pérez no volvió más a la torre, dejó trunco su relato, entretenido quizá en atisbar por el ojo de las botellas, con la ilusión de descubrir en su fondo otro mundo más generoso.
|
He sido el amanuense obligado de centenares de reclusos; los puntos de mi pluma fueron ojos para llorar ausencias, bocas para gritar agravios, troquel de recuerdos para madres, esposas o hijos desventurados.
|
¿Que voy por la vida sucio, greñudo, desgarrado? ¡Y qué importa si no tengo con quien quedar bien! ¿Que no trabajo? ¡Qué más da, si nadie tiene que vivir a mi costa! |
[...] el amor me hubiera regenerado, pero ese diosecillo impertinente jamás se acercó a mí con intenciones de redimirme, sino de escarnecerme. Con sus manos de niño inocente rompió todos los resortes de mi voluntad.
|
El amor es la incubadora de todas mis amarguras; el espejo de todos mis desengaños. Ha influido en contra mía de tal manera, que otro gallo me cantara si en el amor hubiera encontrado estímulo para luchar por algo o por alguien.
|
- ¿ Y la conciencia Pito Pérez? - La tengo arrinconada en la covacha de los chismes inútiles. |
No tengo fijo lugar donde morir y nacer, y ando siempre sin saber dónde tengo que parar. Calderón de la Barca |
Como agua para chocolate