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Crítica de Samarkanda


Samarkanda
19 December 2019
Al igual que sucede con otras novelas de este género, nos encontramos con dos historias que –a priori- nada tienen que ver entre sí y que se desarrollan en lugares y tiempos diferentes. Por un lado tenemos la historia que se desarrolla en el pasado, más concretamente, en el Berlín de 1941. Una época convulsa para toda Europa donde, entre el horror y la masacre, hubo gente que se enriqueció haciendo negocios; así es como conocemos a El Extranjero, un hombre del que no sabemos su identidad y que negocia con los nazis para venderles un artefacto. Por otro lado, la historia del presente que tiene lugar en el Bilbao de 1983 donde Alain Lara, la joven promesa del Athletic de Bilbao, descubre una vieja fotografía tras el fallecimiento de su abuelo. Sin embargo, esta no será la única muerte que nos encontremos a lo largo de sus páginas ya que varios personajes más mueren de forma “aparentemente accidental”.

La clave que relaciona ambas historias es la fotografía que encuentra Alain, una imagen en la que se ve a su abuelo junto a tres hombres más –uno de ellos de espaldas- y a un niño en un aeródromo alemán. Quiénes son las personas que aparecen junto a su abuelo y qué es lo que hicieron allí son preguntas que iremos respondiendo a lo largo de las páginas de la ciudad de la lluvia, ópera prima del bilbaíno Alfonso del Río.

Un buen comienzo para un thriller bastante interesante en el que se irán sucediendo varios personajes, tanto principales como secundarios, así como gente conocida de aquella época: Iñaki Azkuna, Javier Clemente, Vicente del Bosque, Zubizarreta, Cedrún… Sí, lo sé, casi todas son personas relacionadas con el mundo del fútbol, más concretamente del Athletic de Bilbao, pero es que también está presente a lo largo de las páginas ya que es una Institución –con mayúsculas- para los que hemos nacido en esta ciudad. Tal vez estás páginas resulten aburridas para algunos lectores, como también lo pueden ser las que hablan de fusiones de empresas, acciones, términos legales y financieros de los que David Schaffer –otro personaje clave- nos hará conocedores.

Ambas historias, la del pasado y la del presente, están narradas en tercera persona por un narrador omnisciente y se irán intercalando tanto entre ellas como con la historia de David Schaffer, un abogado especializado en derecho empresarial, que nos cuenta en primera persona cómo ha llegado a ser el mejor abogado del mundo y que está a punto de morir. Un personaje éste con el que no he podido empatizar en ningún momento de la lectura ya que me ha resultado prepotente, egoísta, narcisista y sin escrúpulo alguno para lograr sus fines. Con la mayoría del resto del elenco sí lo he conseguido, especialmente con Alain y con María –la hija de un importante empresario que también fallece de forma accidental- así como con Xabier Korta, un personaje secundario al que no he podido evitar ponerle la cara de Karra Elejalde y es que una de las cosas que me han gustado de esta novela es lo bien definidos que están todos y cada uno de los personajes, desde los principales a los secundarios, tanto física como psicológicamente.

Otra cosa más que me ha gustado es la ambientación, especialmente la de ese Bilbao gris e industrializado en el que la lluvia era una constante casi diaria y que es el retrato de la ciudad de mi infancia. Recordar acontecimientos como la riada, la gabarra surcando la ría cuando el Athletic ganó la Liga, el ambiente que se vivía en la calle Pozas antes de un partido o la ovación en “La Catedral” cuando los rojiblancos marcaban un gol es posible hacerlo de una forma muy vívida gracias a las estupendas descripciones que nos brinda el autor.

Hasta aquí la novela habría cumplido con creces las expectativas que tenía puestas en ella ya que es una obra, pese a su extensión, que se lee muy bien gracias a la abundancia de diálogos y a un lenguaje sencillo pero cuidado así como una trama muy bien trazada. Sin embargo, el final me ha sentado como un jarro de agua fría y no porque sea precipitado o no haya por donde cogerlo, no, ni mucho menos. Se nos plantean dos posibles finales para que seamos nosotros quienes decidamos cómo ha de terminar la historia, y lo siento, pero en estos casos me da la impresión –es una opinión totalmente subjetiva- de que el autor no terminaba de decidirse por uno de ellos y nos deja a los lectores la decisión. Perdona, pero si has sido capaz de escribir una novela estupenda, con una ambientación muy cuidada, unos personajes bien definidos… ponle un final que esté a la altura y déjanos con la boca abierta de admiración y no con dudas sobre qué pasa con algunos personajes así con alguna situación que queda en el aire.

Con esto no quiero decir que La ciudad de la lluvia sea una mala novela, al contrario, me parece bastante buena -y más siendo la ópera prima del autor- pero el final desluce mucho, en mi opinión, todo el trabajo realizado y para mí no termina de ser una obra redonda. Pese a todo la recomendaría a todo aquel que le gusten los thrillers pero teniendo en cuenta el asunto del final y que, depende de quién lo lea, puede considerar que hay páginas de relleno (las que hacen referencia a las fusiones de empresas así como las que hablan de fútbol).
Enlace: https://libropoli.blogspot.c..
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