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Viendo las inundaciones ocurridas hace unas semanas en Bilbao, he recordado una de mis últimas lecturas porque uno de sus capítulos transcurre en dicha ciudad, durante las graves inundaciones de 1983. La novela en cuestión se titula La ciudad de la lluvia, un thriller con tintes históricos que me enganchó desde el primer momento y me ha tenido en tensión a lo largo de todos sus capítulos a la espera de ir desvelando los misterios que abundan en la trama. La historia comienza el 11 de Noviembre de 1970 en Bilbao. Unos primeros párrafos que nos introducen en un escenario algo misterioso y que nos deja en vilo a la espera de continuar leyendo en busca de más acontecimientos. Ese halo de misterio será la tónica que predominará a lo largo de toda la novela. Algo que en un principio me desoriento y me hizo momentáneamente vagar por una historia que no sabía dónde me llevaba ni de la mano de que personaje me dejaba guiar. Afortunadamente fueron solo algunas escenas hasta que cambie la palabra “perdido” por “intriga” y me entregué por completa a su lectura. Una novela muy atractiva que convierte la mezcla de thriller e historia en una combinación que a ratos dan un resultado magistral tanto en el espacio temporal, con unos saltos en el tiempo que dotan a la lectura de una agilidad y un dinamismo francamente bueno, como en el contexto histórico donde a grandes pinceladas viviremos escenas reales ocurridas en la Alemania Nazi y en el Bilbao de los primeros años ochenta. Esto provoca que en algunos momentos nos veamos rodeados de una lectura que respira melancolía, con ciertos aires de película en blanco y negro a los que se le suman una serie de personajes reales que son invitados a participar de la ficción. Para los amantes de los cameos o de la utilización de personajes reales en tramas sacadas de la imaginación del autor, La ciudad de la lluvia es una novela donde encontraremos numerosos momentos de auténtico deleite para el lector unidos a la gran utilización por parte del autor de hechos muy significativos que ocurrieron en las fechas donde Alfonso de Río ha situado el desarrollo de su trama. La novela tiene en cierto modo su origen en una serie de misteriosas muertes desencadenadas por una antigua foto donde aparecen cinco personajes y un avión de fondo. Esta fotografía será el elemento clave en torno al que gira toda la trama. Una imagen que abrirá muchos interrogantes. Quienes son los personajes que aparecen en esa foto, qué les reclama su pasado casi cuarenta años después. Qué historia rodea y une a los personajes de esa fotografía. Sin lugar a dudas un misterio muy interesante que el autor parece decidido a no desvelar por mucho que las páginas vayan avanzando. Tengo que reconocer que históricamente tiene unos guiños de sombrero, y que se cuiden ese tipo de detalles en una novela es siempre de alabar. Por este motivo, estos mismos detalles convierten esta obra en una narración con cierta complejidad ya que el autor despliega sobre el escenario distintas historias envueltas en ese halo de misterio que irremediablemente sabemos que tarde o temprano todas confluirán en una misma pero que no sabemos cómo ni cuándo. Esto hace que la atención del lector en la lectura se acreciente para no perder ni un solo detalle y podamos ir desarrollando en nuestra cabeza las hipótesis que la novela invita al lector a crear. Con ese ambiente, provocado por un estilo narrativo muy dinámico marcado por esos tintes tan originales con los que el autor ha dotado la novela provocando en ciertos momentos una camaradería entre personajes y escritor que nos lleva irremediablemente a hablar de esos protagonistas. Podría quedarme con tres personajes de todos los que aparecen, puede que compartan protagonismo pero los secundarios rayan a un altísimo nivel. Por una parte esta David Schaffer, un abogado que comenzó de la nada y que ha llegado a considerarse el mejor abogado del mundo. La ambición de Schaffer es admirable pero no se hace digno de mis simpatías porque renuncia a su lado humano para que no interfiera con el profesional. Aun así les invito a que le juzguen, tiene repertorio sobre el que reflexionar. En el lado opuesto se encuentra Alain Lara, jugador de ficción que formó parte de aquel Athletic de Bilbao de principios de los ochenta que ganó dos ligas y que fue el culpable de que muchos niños de aquella época tuviéramos como segundo equipo aquel conjunto que sólo jugaba con jugadores nacidos en su tierra. Alain es un personaje con el que empatizar. Serio, callado pero que cuando habla te gana para su causa. Por último Lucas Bieda, al que encontraremos bien avanzada la novela pero que recuperará el terreno perdido entrando en escena como un elefante en una cacharrería. Brusco, sin modales pero que poco a poco terminará despertando nuestras simpatías. Queda decir que si la novela hasta ahora pintaba genial, termino diciendo que su final cuenta con un giro inesperado, sorpresa monumental y resolución trepidante que nos dejará con la boca abierta. Enlace: http://librosenelpetate.blog.. |
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