La hermana luna

Cuando me embarque en la lectura de Las siete hermanas no sabía que iba a encontrarme, y aunque si que es cierto que se aleja de lo que normalmente leo, su lectura siempre resulta un lugar cómodo. Con muchas lecturas exigentes, que implican fuerte dedicación del lector, Lucinda Riley siempre resulta un oasis de tranquilidad, de lectura fácil y agradable.

La hermana luna, con Tiggy como protagonista, es la quinta novela de esta saga. Como ya os he ido contando en reseñas anteriores, Riley narra dos hilos temporales: el presente con Tiggy como protagonista, y el pasado, dónde descubrimos la historia de sus antepasados. En esta ocasión viajaremos al Sacromente, en Granada. Y no es por orgullo patrio, pero que lugares tan bellos tenemos en España y que maravilla que la autora decidiera que uno de los orígenes de estas peculiares hermanas fuese aquí.

En el presente, Tiggy comienza a trabajar en Escocia en una reserva natural, dónde varias personas irrumpirán en su vida para ponerla patas arriba. En el pasado, su abuela Lucía emerge como una de las figuras más importantes del flamenco a nivel mundial y vivirá un constante conflicto para conciliar su trabajo con sus relaciones personales. Flamenco, adivinación y espiritismo se unen para darnos la historia más sensorial de estas siete hermanas.

Como puntos negativos destacaría la ausencia de contexto histórico, algo que siempre prima en estas novelas y que para mi tiene gran valor. Por otro lado, la magia está más presente que nunca y, quizá, es un poco excesivo el uso de esta.