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Crítica de Dyalia


Dyalia
24 May 2023
Supongo que esto es lo que pasa cuando las expectativas son altas, tanto por haber leído y amado Un ático con vistas como por las reseñas diciendo que este era el mejor de la "trilogía" (al menos, lo que Penguin ha decidido llamar así, aunque no se quede ni de lejos). Me ha sido imposible no crearme un hype desmedido porque, aunque intento hacer durar estos libros intercalando otras lecturas entremedias, no podía dejar de pensar en este y, cuando por fin me he lanzado, no he conectado en absoluto con Eli.

El romance de este libro se basa en el "cliché" que más aborrezco: la falta de comunicación. Eleanor no lo hace tan molesto como podría haber sido, pero el libro da vueltas y vueltas y mááás vueltas, y reflexiones a través de párrafos larguísimos y los protagonistas dándose largas una y otra vez y otra vez más... Hasta el punto que no he podido con ello y, cuando finalmente se descubre la historia de Eli, me ha llegado a parecer insulsa. Que no lo es, este tipo de situaciones pasan en relaciones tóxicas y marcan muchísimo a las personas que tienen que soportarlo, pero se alarga todo tanto sin que Óscar sepa nada y ni siquiera el lector, que me he quedado con la misma cara cuando finalmente se hablan las cosas.

Eli es tímida, asustadiza, tiene miedo de dar el primer paso y se siente abrumada por la atención de aquel por el que empieza a sentir unas mariposas asesinas en el estómago porque sí, Óscar le produce esa ansiedad del que tiene miedo a arriesgarse a amar y que le hagan daño. Y Óscar no tiene filtros, ni barreras, ni palabras encerradas, es transparente y está dispuesto a seguir mostrando lo que siente por su vecina. Comprendo la forma de ser de Eli, pero no acepto esa falta de comunicación: a lo largo de toda la novela tiene discusiones con personas que le quieren hacer ver lo que está viviendo, que quieren escarbar en sus pensamientos y tratar de entenderla, mientras se cierra en banda; malentendidos por escuchar a hurtadillas, aunque sin escucharlo todo y quedándose a medias y sin hablar... nada puede ir bien. Y el nudo que envuelve su fragilidad se tensa y tensa hasta convertir este libro en esta única idea, un tirar para después aflojar, un huir mientras que el otro la persigue intentando desentrañar lo que hay detrás, un aceptar para después recular y todo ello, siempre, aderezado con una falta de comunicación impresionante.

Óscar me ha encantado. Tanto por reivindicar ese lado "femenino" que pueden tener los hombres sin que tenga por qué definir su orientación sexual, como por la forma que se enfrenta a sus problemas, macerándolos y comunicándolos.

Me ha dado pena no ver a Matty en este libro, entiendo que se debe a que los libros pueden leerse de manera independiente, solo sobrevolando algunos spoilers, pero para que Eli no deje de repetir que tiene a dos mejores amigas (la propia Matty y Tamara), Matilda ha tenido el papel apenas de ese vecino al que saludas por cortesía y eso que en la calle Julio Cortázar eso es completamente imposible. de todas formas, ver a Tay en su máxima potencia conviviendo con Eli ha sido una fantasía, qué divertida y radical que es este personaje.

Los diálogos siguen siendo una delicia, ágiles y certeros. Quizás por la cantidad de narración que hay se me ha hecho un poco denso en ocasiones, aunque sigue leyéndose en un suspiro.

El desenlace me ha gustado. No ha sido precipitado ni sacado de la manga, algo que tenía miedo de que pasara por cómo quedaban cada vez menos capítulos y el ovillo argumental no tenía ningún hilo a la vista, pero la autora consigue reconducirlo de manera perfecta para dar un buen broche final. al menos me quedo con este regusto agradable.
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