Desde mi ventana

Supongo que esto es lo que pasa cuando las expectativas son altas, tanto por haber leído y amado Un ático con vistas como por las reseñas diciendo que este era el mejor de la "trilogía" (al menos, lo que Penguin ha decidido llamar así, aunque no se quede ni de lejos). Me ha sido imposible no crearme un hype desmedido porque, aunque intento hacer durar estos libros intercalando otras lecturas entremedias, no podía dejar de pensar en este y, cuando por fin me he lanzado, no he conectado en absoluto con Eli.

El romance de este libro se basa en el "cliché" que más aborrezco: la falta de comunicación. Eleanor no lo hace tan molesto como podría haber sido, pero el libro da vueltas y vueltas y mááás vueltas, y reflexiones a través de párrafos larguísimos y los protagonistas dándose largas una y otra vez y otra vez más... Hasta el punto que no he podido con ello y, cuando finalmente se descubre la historia de Eli, me ha llegado a parecer insulsa. Que no lo es, este tipo de situaciones pasan en relaciones tóxicas y marcan muchísimo a las personas que tienen que soportarlo, pero se alarga todo tanto sin que Óscar sepa nada y ni siquiera el lector, que me he quedado con la misma cara cuando finalmente se hablan las cosas.

Eli es tímida, asustadiza, tiene miedo de dar el primer paso y se siente abrumada por la atención de aquel por el que empieza a sentir unas mariposas asesinas en el estómago porque sí, Óscar le produce esa ansiedad del que tiene miedo a arriesgarse a amar y que le hagan daño. Y Óscar no tiene filtros, ni barreras, ni palabras encerradas, es transparente y está dispuesto a seguir mostrando lo que siente por su vecina. Comprendo la forma de ser de Eli, pero no acepto esa falta de comunicación: a lo largo de toda la novela tiene discusiones con personas que le quieren hacer ver lo que está viviendo, que quieren escarbar en sus pensamientos y tratar de entenderla, mientras se cierra en banda; malentendidos por escuchar a hurtadillas, aunque sin escucharlo todo y quedándose a medias y sin hablar... nada puede ir bien. Y el nudo que envuelve su fragilidad se tensa y tensa hasta convertir este libro en esta única idea, un tirar para después aflojar, un huir mientras que el otro la persigue intentando desentrañar lo que hay detrás, un aceptar para después recular y todo ello, siempre, aderezado con una falta de comunicación impresionante.

Óscar me ha encantado. Tanto por reivindicar ese lado "femenino" que pueden tener los hombres sin que tenga por qué definir su orientación sexual, como por la forma que se enfrenta a sus problemas, macerándolos y comunicándolos.

Me ha dado pena no ver a Matty en este libro, entiendo que se debe a que los libros pueden leerse de manera independiente, solo sobrevolando algunos spoilers, pero para que Eli no deje de repetir que tiene a dos mejores amigas (la propia Matty y Tamara), Matilda ha tenido el papel apenas de ese vecino al que saludas por cortesía y eso que en la calle Julio Cortázar eso es completamente imposible. de todas formas, ver a Tay en su máxima potencia conviviendo con Eli ha sido una fantasía, qué divertida y radical que es este personaje.

Los diálogos siguen siendo una delicia, ágiles y certeros. Quizás por la cantidad de narración que hay se me ha hecho un poco denso en ocasiones, aunque sigue leyéndose en un suspiro.

El desenlace me ha gustado. No ha sido precipitado ni sacado de la manga, algo que tenía miedo de que pasara por cómo quedaban cada vez menos capítulos y el ovillo argumental no tenía ningún hilo a la vista, pero la autora consigue reconducirlo de manera perfecta para dar un buen broche final. al menos me quedo con este regusto agradable.

Desde mi ventana es el segundo titulo de la serie Juntos y Revueltos, y, aunque no lo creía posible, me ha gustado todavía mas que el primero.

En esta ocasión la historia gira entorno a Eli, una chica a la que acontecimientos pasados han hecho insegura y tremendamente tímida con los hombres, y a Óscar, un clon del Capitán América que tiene a toda la comunidad revolucionada desde que llegó hace solo unos meses. Óscar, además de guapo, es profesor de yoga, detallista, educado y un pelín afeminado en sus gustos y costumbres. Esto, por supuesto, despierta en los vecinos la imperiosa necesidad de descubrir si es gay. al final será Eli quien acabe descubriendo la respuesta a esa duda, y muchas otras cosas que explican el carácter de Óscar. Pero, evidentemente, hasta llegar a estas respuestas el camino será movidito. Movidito y divertido como todos los libros que he leído de esta autora.

Lo que más me ha gustado, sin duda alguna, han sido las elucubraciones de los vecinos con respecto a la sexualidad de Óscar. Las conversaciones de todos, en especial las de Edu y Tamara, son tremendas y ponen de manifiesto la imaginación desbordante de Eleanor. Maravilloso. Es que no puedo decir otra cosa. Y una vez más. No tengo nada malo que decir. No ha habido nada que no me haya gustado.

La ambientación, evidentemente, sigue siendo la misma, el numero trece de la calle Julio Cortázar en Madrid, aunque en esta ocasión también viajamos a Mallorca.

Y la pluma de la autora, como siempre perfecta. Sencilla, ágil, coloquial y divertida.

La serie Juntos y Revueltos es una puesta segura para pasar unas horas divertidas. Una vez más, os recomiendo muchísimo a Eleanor Rigby y a sus maravillosos personajes.

Mil gracias Eleanor por enviarme esta maravilla.

En el número trece de la calle Julio Cortázar la ocupación del momento es averiguar la orientación sexual de Óscar, el nuevo inquilino del 4.°C, que posee un arrollador parecido al Capitán América. Mientras Edu y Tamara hacen lo imposible por descubrirlo -y lo imposible puede abarcar desde emborracharlo a jugar al "yo nunca"-, la tímida Eli lo espía en secreto desde su ventana, descubriendo las rutinas del muchachos y quedándose cada vez más y más colgada del guapo del edificio.

En Desde mi ventana (Ediciones B, 2022), de Eleanor Rigby, segunda entrega de la trilogía "Juntos y revueltos", continuamos conociendo a la entrañable comunidad de vecinos. Y qunque todo parece apuntar a que el joven es gay y las apuestas entre el vecindario se refuerzan, Eli sufre ante la posibilidad. Si Óscar es homosexual nunca podrá haber nada entre ellos. Pero el hecho uien como ella pueda despertar el interés de un hombre como él.

Pero, como suele suceder en tantas ocasiones de que sea heterosexual también sería un problema para ella. Con una baja autoestima y traumas del pasado no ve posible que alg, lo imposible se vuelve real. Una amiga con la habilidad de meterse en todo, eso sí, con la mejor intención, un contrato y algún que otro malentendido, los llevarán a una boda que nunca podrán olvidar. Y que no es la suya. A veces descubrir la verdad es abrirse a una situación absolutamente inesperada y sorprendente. Y preguntarse si es amor lo que creímos que lo fue. Si es posible el amor después del amor. Porque «𝘓𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘯𝘰 𝘷𝘢 𝘢 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘢 𝘵𝘪 𝘵𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘨𝘢 𝘣𝘪𝘦𝘯». ¿O sí?
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#DesdeMiVentana es un spin-off de #UnÁticoConVistas de @tontosinolees
La verdad es que la trama en sí me ha gustado mucho: tiene mucho ritmo, es divertida y muy entretenida. No decae en ningún momento.
Los personajes principales son peculiares. #Eli me parece una chica muy dulce, nos va dejando caer durante la historia que va cargando una mochila de inseguridades bastante pesada. #Óscar me ha encantado: un chico más sensible de lo normal que tendrá que aprender a seguir adelante.
El planteamiento en sí me ha gustado mucho, pero tengo que, decir que a veces para esconder el máximo tiempo posible las "taras" de cada uno, ha dado demasiadas vueltas.
El final quizás es algo precipitado, y hay cosas que no me han cuadrado del todo por ese motivo: actitudes de años de rencores se solicionan en minutos. A mi este tipo de cosas me choca.
El conjunto de la novela es una lectura entretenida y rápida de leer. Engancha por los altibajos que ofrece y tiene momentos divertidos y románticos. También tiene su pizca de drama para aportar más.
Quizás por las erratas que he encontrado y alguna incoherencia no le pongo más nota, pero me ha gustado leerlo.

Una historia con un amor nacido del deseo, pero forjado con miradas y caricias que dicen mucho más.

Eleanor Rigby con su comunidad de vecinos tan peculiar se ha ganado mi cariño, así que cuando Desde mi ventana llegó a mí no veía la hora de leerla pues mi intuición me decía que iba a acabar enamorada de sus protagonistas.

La comunidad de vecinos del Nº13 de la calle Julio Cortázar ha puesto sus miras en el inquilino del 4ºC. Todos quieren saber quién es el buenorro que vive junto a ellos, incluso Eli está intrigada por ese hombre que vive a solo un paso, pero su timidez la frena en intentar algo ya que hace años que no confía en los hombres. Óscar acaba de mudarse y le divierte que los vecinos estén obsesionados en descubrir su orientación sexual, algo que le da igual, aunque Eli lo intriga pues no sabe su opinión. Esa chica lo tiene fantaseando todas las noches y sin saber cómo proceder para ligársela ya que evita su compañía. Todo cambiará cuando Eli haga un pacto con Óscar para representar algo que los llevará a pasar un fin de semana lleno de pasión donde cada uno deberá dejar atrás sus miedos para ver donde los lleva la senda que se ha abierto ante ellos.

Eleanor Rigby nos trae una novela llena de diálogos chispeantes, pero a la vez con una narración repleta de sentimientos. Contada a dos voces sabremos cómo se sienten Eli y Óscar, dos almas con un bagaje que pesa sobre sus hombros. Eli nos mostrará su lado más sensible, cómo tras la pérdida de su madre se vio anulada por los dictados de su padre y de su pareja, dos hombres que la controlaron hasta que decidió huir. Óscar acarrea un dolor que se niega abandonar, solo conocer a Eli hará que se plantee dejar todo atrás si con ello puede despertar al lado de Eli, esa chica que comenzó como un simple deseo, pero que pasó a ser la luz que le faltaba. Nuestra pareja nos cautivará con sus tira y afloja y su pasión desmedida, aunque no solo ellos tendrán importancia, los secundarios deberán resolver sus problemas, reales como la vida misma que nos harán sufrir y nos enseñarán grandes lecciones de moral.

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